miércoles, 28 de diciembre de 2011

Graveyard - Hisingen Blues

Dentro de la inmensa bolsa que reúne a los grupos de rock pesado, metal, heavy o como Mefisto prefiera llamarles, hay dos grandes grupos. Por un lado están los que se toman el asunto completamente en serio, que van mucho al gimnasio y juran fidelidad a un género y un estilo de vida que jamás (o casi nunca) les dio nada a cambio. Por otro, casi opuesto, están los que se cagan en todos esos postulados adolescentes, también escuchan otros estilos de música y por ende el resultado es mucho más rico e interesante.

Es muy fácil distinguir a qué lugar pertenece cada grupo; mientras que unos se esfuerzan muchísimo por aparecer en las tapas o en las revistas con cara de ojo-que-somos-tipos-muy-duros, los otros tratan de darle una vuelta de tuerca al asunto ya desde la imagen. Otro “truco” es dar un vistazo rápido a los títulos de las canciones. Si hay mucho "Belcebú vendrá para reinar" o "Descuartizado por un tren" lo mejor será desconfiar.

Por suerte los suecos de Graveyard se las arreglan para evitar hábilmente caer en esos lugares comunes y aún así sonar pesadísimos, convincentes y a escapar con gracia del guetto autoimpuesto de la música que hacen. También los ayuda mucho el hecho de que tienen puntos de referencia de esos que son casi sello de garantía; adoran a Black Sabbath y todo el hard-rock de los setenta. Eso es clarísimo a primera escucha, ya desde el primer tema, "Ain't Fit to Live Here", Joakim Nilsson suena en algún extraño lugar entre el Ozzy de los primeros años y el Hetfield de Ride the Lightning. Con "No Good, Mr. Holden", el segundo tema, ya muestran un buen despliegue de recursos y dejan claro que manejan los matices indispensables para sacar adelante un disco como es Hisingen Blues o sea que, si para esta altura no te convencieron, lo tuyo viene por otro lado. A otra cosa y no perdamos más tiempo.

Pero a los que nos agarraron nos espera un camino de lo más entretenido. El tema que dá título al álbum es de esos rápidos, bien roqueros, con cortes, gritos y hasta guitarras gemelas armonizando. Incluso hay unos efectos de sonido extraños que le hacen un guiño cómplice a la época dorada de Hawkwind, el de Space Ritual o Hall of the Mountain Grill. ¿Quieren variedad? Escuchen el clima bien siniestro y blusero que proponen en "Uncomfortably Numb" (si, si… The Wall), un temazo épico de más de seis minutos en donde van y vienen, suben y bajan y el olor a porro se siente a dos cuadras. "Longing" tiene un comienzo-homenaje al spaguetti western que es una delicia y en "The Siren", casi al final, se mandan uno de esos rocazos sureños bien al estilo Lynyrd Skynyrd, Bob Seeger, etc. Mientras que las bandas del primer grupo se preocupan por tener la mejor guitarrita del mercado y el mejor sonido que la tecnología permite, en Graveyard ni se calientan por arreglar los pifies, sacrificando técnica y prolijidad por espontaneidad y frescura.

Vaya uno a saber que les depara el futuro a estos suecos, pero que vienen bien encaminados está claro. Clarísimo.




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Priestess - Prior to the Fire

martes, 20 de diciembre de 2011

Bobb Trimble - Iron Curtain Innocence

Todos los que compramos discos sabemos el interés que despierta un artista desconocido. Miramos la tapa, leemos los nombres de los temas, miramos otra vez la tapa con más detenimiento y por último está la pregunta al vendedor, que puede llegar a ser tan categórica y definitiva que nos vemos obligados a formularla casi en un susurro; es que no queremos que se nos derrumbe el preconcepto que ya tenemos en la mente. Si el vendedor (el disquero) otorga el visto bueno, nos vamos a casa, contentísimos, sabiendo que tenemos otro héroe de culto para recomendar a los amigos que realmente lo merecen. Pero hay algo que sucede muchas veces: el disco en realidad no estaba bueno, no pasaba demasiado, la historia, el argumento de venta era bárbaro (“este tocó con Dios y María Santísima y le vendió el alma al diablo, después”) pero la música no se destaca ni un poquito.

Garantizado: con Bobb Trimble no va pasar eso. No va a haber decepción. Vamos de a poco. Desde la tapa vemos a un tipo con la clásica expresión de alma torturada, de “acá hay algo que está muy mal”. Encima tiene la guitarra descansando sobre su rodilla y en su mano izquierda empuña un arma de guerra de esas que pueden llegar a hacer mucho daño y su figura se recorta sobre un fondo de nubarrones. Vamos bien. ¿La historia? Supuestamente Trimble reclutaba como músicos de acompañamiento a pibitos apenas salidos de la pubertad, hasta que los padres decidieron que andar con un tipo extraño no era lo más aconsejable. Puede creerse o no. Pero mejor vamos a lo mejor de todo que es -por supuesto- la música.

Este el primero de dos discos igualmente interesantes. Se puede decir que Trimble llegó diez años después, en medio de la new wave y el post punk, pero eso sería simplificar bastante las cosas. Su música tiene que ver con cierto folk inglés retorcido y psicodélico muy en boga a fines de los sesenta / principios de los setenta, con grupos como Comus, Synanthesia, Mellow Candle, etc. En realidad tiene en común cierta atmósfera fantasmagórica y pesadillesca y la voz casi femenina de Trimble que se destaca mucho de los demás instrumentos en la mezcla. Otro tema son las letras; sadismo, locura, la muerte y su víspera, los sacrificios y demás cuestiones no del todo amables. Se ve que Trimble no se andaba con vueltas a la hora de elegir sus temáticas. “Tan obsesionado con vos, no sé hasta que punto voy a seguir aguantando, soy casi humano, pero no sé cuánto va a durar” dice en un momento en "Your Little Pawn" en medio de una bruma de guitarras arpegiadas en tonos menores. De todas maneras Iron Curtain Innocence no es lo mismo que escuchar un disco de Slayer, ni siquiera uno de Alice Cooper, incluso tiene momentos muy reposados como "One Mile from Heaven", casi una balada beatlesca pero la voz de este muchacho nunca deja de transmitir cierta incomodidad, un dejo de desequilibrio.

A pesar de las comparaciones, que fueron hechas más que nada para dar una idea más bien vaga sobre la música de Bobb Trimble, se trata de algo distinto, difícil de describir pero fácil de digerir. Quedensé tranquilos, este lo compran, lo llevan, lo escuchan y pueden agregar cómodamente otra figura a sus panteones personales.





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Neutral Milk Hotel - In the Aeroplane Over the Sea

jueves, 15 de diciembre de 2011

5 Canciones 5: Tim Buckley, The Only Ones, Julian Cope, Redd Kross y Tinted Windows

Phantasmagoria in Two
Tim Buckley
En misticismo, extravagancia y originalidad nadie supera al gran Tim Buckley. Para la época de Goodbye and Hello, su segundo disco, andaba apenas por los veinte años (¡tenía diecinueve en el primero!) y ya tenía la personalidad completamente formada. En "Phantasmagoria in Two" desnuda su corazón con una franqueza y un vuelo poético inédito hasta entonces y demuestra además que es un cantante con unas cualidades técnicas y expresivas extraordinarias.
Aparece originalmente en: Goodbye and Hello (1967)

Why Don't You Kill Yourself
The Only Ones
En el rock hay una lista tan larga de canciones para mandar a la mierda a alguien que casi se podría considerar un género en sí mismo. Inaugurado por Dylan con esos temas como "Like a Rolling Stone" o "Positively 4th Street", ha sido cultivado con esmero por muchos. Los Only Ones, en esta joya del tercer -y último- disco de estudio, le dan una vuelta de tuerca al asunto: "... por que no te matás / no le servis para nada a nadie". Categórico.
Aparece originalmente en: Baby's Got a Gun (1980)

Safesurfer
Julian Cope
Si esta no es la versión definitiva de "Safesurfer", original de Peggy Suicide... pega en el palo. En vivo en la BBC, está más suelta, más "libre" que en su equivalente de estudio. La guitarra líder (probablemente a cargo de Donald Ross Skinner) es un ejemplo de economía de recursos, del instrumento utilizado al servicio de un todo, en este caso de este trip mental de casi diez minutos. Impresionante.
Aparece originalmente en: Floored Genius, Vol. 2 [The Best of Julian Cope and the Teardrop Explodes, 1979 - 1991] (1992)

Girl God
Redd Kross
"A los profetas de esta generación siempre les faltó imaginación" dice la coda de esta joya de Show World, ese discazo de los hermanitos McDonald y de paso demuestran que podían bajar los decibeles (y la velocidad) y salir completamente ilesos de la experiencia. Podés usar los mismos acordes, la misma base y todo lo que quieras pero cuando está cantando de esta manera, con semejante convencimiento... es imposible fallar.
Aparece originalmente en: Show World (1997)

Can't Get a Read On You
Tinted Windows
En este supergrupo están Bun E. Carlos de Cheap Trick, James Iha de los Pumpkins, Taylor Hanson de -adivinaron- Hanson (los chicos crecen) y Adam Schelesinger de los grandiosos Fountains of Wayne. Sería algo así como un seleccionado infalible de power pop. Cualquiera que conozca a los Fountains va a detectar quien es el que escribe la mayoría de las canciones. Para los que insisten con eso de que el rock está muerto.
Aparece originalmente en: Tinted Windows (2009)




sábado, 10 de diciembre de 2011

Shiva Burlesque - Mercury Blues

Hay gente que vive a contramano. Es fácil imaginarse a los Shiva Burlesque con las persianas bajas en plena soleada California, sacando los temas de Echo & the Bunnymen y The Cure, cuando sus compañeros de secundaria andaban con el pelito rapado, correteando a la porrista rubiecita, hermosa y bien taradita. Por supuesto, unos años después, esos chicos estarían firmando cheques de varias cifras, cuando los que “no eran populares” todavía no sabían bien lo que era una tarjeta de crédito. Unos hasta las narices en el aburguesamiento obligatorio y los otros haciendo historia, sacando discos, inmortalizándose.

Es que los Shiva Burlesque son una anomalía, no son post punk porque les gustan mucho los Byrds y la psicodelia en general y no son una banda “de raíces” porque vuelan demasiado alto y no le tiene miedo a la oscuridad, a los rincones inhóspitos. Son de Los Angeles, de fines de los ochenta y es imposible imaginarlos en el Sunset Strip, con la moto enorme, cerveza en mano, con la campera de cuero con la estampa de Mötley Crüe. Totalmente marcianos.

El corazón de la banda eran Jeffrey Clark y Gran Lee Phillips, que se repartían los roles de cantante y compositor, además de intercambiar instrumentos para las grabaciones, hicieron dos discos excelentes; el primero, Shiva Burlesque y este, Mercury Blues, de 1990, antes de separarse en buenos términos.
En el disco hay de todo y para todos, desde el folk hipnótico de "Cherry Orchard" hasta el rock flotador y darkie de "Who Is the Mona Lisa?". En el medio se pueden ubicar joyitas casi grunge como "Chester the Cheap" que es el "Lucifer Sam" barrettiano para la generación X, con unos arreglos de cuarteto de cuerdas para sacarse el sombrero. Por supuesto que el tema que da título al disco es un verdadero hallazgo, un medio tempo perezoso y amenazante, cantado por Clark y plagado de referencias culturales, desde Hank Williams hasta el asesino Stagger Lee. ¿Podría ser el "Desolation Row" de los noventa? Sin dudas. También hay lugar para la belleza incuestionable, ese tipo de composiciones que conquistan porque logran lo que pretenden, que son ambiciosas y tienen un buen puñado de ideas bien distribuidas, es "Do the Pony" que incluye cita a un standard de la música popular moderna, nada menos que a "Land of the 1.000 Dances", que algunos recordarán por la versión inmortal de Patti Smith y otros por el gran Roy Orbison. Está "Sparrow Song" que es una balada de esas que tan bien les salían (después, vale decirlo) a Soundgarden o incluso a Kurt Cobain, utilizando una progresión de acordes bien clásica, de esas que no fallan nunca, con un cello puesto en el lugar preciso.
Es muy destacable el hecho de que Shiva Burlesque no se parecía a nada de lo que andaba dando vueltas en aquel entonces, un grupo de guitarras con muy buenas canciones, cuando lo que estaba de moda eran los peinados batidos y la celebración del sueño americano de la manera más burda.

En unos años después este grupo hubiera encajado perfectamente, pero todos sabemos lo que suele pasar con los adelantados. Clark se fue para seguir como solista y Phillips formaría Grant Lee Buffallo, otro grupo memorable, de esos difíciles de encasillar, con unos discos muy buenos como Jubilee o Copperopolis. Otra historia que, lógicamente, dejamos para más adelante.





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Love - Da Capo
The Dream Syndicate - Ghosts Stories
Grant Lee Phillips - Mobilize

domingo, 4 de diciembre de 2011

Entrevista: Dom Mariani

Dom Mariani sería algo así como "La Bestia Power-Pop australiana", desde fines de los 70 viene grabando discos y ha hecho un buen puñado de clásicos indispensables del género como At First Sight con los Stems o 1 Times, 2 Times, 3 Red Light con DM3, también tiene discos como solista y hasta un proyecto paralelo en el que hace música surf. Hablamos con él hace unos días. Recientemente reformó a los Stems, grabó un disco solista acústico con canciones de toda su carrera y produjo a los italianos Sick Rose.

¿Te acordás cual fue el primer disco que compraste?
El primer disco que me compré fue Creedence Gold, una colección de éxitos que hicieron acá en Australia de Creedence Clearwater Revival.

¿Cómo fue que siguió creciendo tu colección?
La verdad es que tengo un gusto bastante abierto y mi colección ha ido creciendo mucho con los años. Medio que tengo de todo, muchas cosas diferentes, desde jazz a hard rock.

¿Alguna vez tuviste una fijación obsesiva con alguna banda o solista?

¡Puf! ¡Muchas! The Beatles, Creedence Clearwater Revival, The Jimi Hendrix Experience, Willie Deville, The Raspberries, Big Star, Neil Young, The Byrds, Doug Sahm, The Electric Prunes, The Who, The Kinks y los Rolling Stones, todos esos están en lo alto de mi lista y con todos he pasado etapas de obsesión casi enfermiza.

¿Qué discos recomendarías de “compañeros de escena”?
Revolver, Let it Be, Sticky Fingers, Bayou Country de Creedence, Harvest de Neil Young, Are You Experienced, de los Electric Prunes amo Underground, el Greatest Hits de los Monkees, Otis Blue, Layla, Notorious Byrd Brothers y Fifth Dimension de los Byrds, Radio City y #1 Record, los dos primeros de Big Star... No sé ¡Son miles! No serán compañeros de escena pero son todos discos esenciales, imprescindibles.

¿Escuchás música nueva?
Bueno… más o menos, no mucho en realidad. Pero me gusta Queens of the Stone Age, cualquier cosa en la que esté involucrado Jack White, Rooney, The Greenhornes… hay varios, hay que buscar mucho, eso seguro.

¿CD, vinilo o MP3?
¡Vinilo! Ni lo pienso.

Esta no puede faltar: ¿Qué cinco discos te llevarías a una isla desierta?
¡Qué difícil! Cinco es muy poco pero… ahi vamos: Revolver, Are You Experienced de Hendrix, Harvest de Neil Young, Sticky Fingers de los Stones y Bayou Country de Creedence. ¡Bien clásico lo mío!







jueves, 1 de diciembre de 2011

Syd Barrett - The Madcap Laughs

Todos sabemos quién es Syd Barrett pero un breve panoramana nunca viene mal. Fue el líder de Pink Floyd en los primeros años, el que compuso todos aquellos inolvidables primeros simples como "Arnold Layne" y "See Emily Play" y fue el principal artífice de The Piper at the Gates of Dawn, uno de esos discos irrepetibles que todavía hoy suena con la autoridad de los pioneros. Para la altura de A Saucerful of Secrets, el segundo opus, ya estaba Gilmour en la banda y Barrett era poco más que un pálido reflejo de lo que había sido un año antes, su único tema, "Jugband Blues", contó con el aporte de una sección de vientos de músicos callejeros con la única directiva de tocar “lo que se les venga en gana”. Lo tuvieron que echar del grupo, sus aportes eran cada vez menos e incluso se quedaba parado en medio del escenario sin emitir sonido alguno. Es que a Syd le gustaba mucho el LSD.

Hay algunas anécdotas en torno al "mito Barrett" que son muy pintorescas pero también hay otras tantas, menos conocidas, que son muy tristes. Según dicen, durante la grabación de Barrett, su segundo disco solista, lo tenían que acompañar hasta para ir al baño e incluso ayudarlo en la tarea.

The Madcapt Laughs
es el sonido de un hombre viniéndose abajo, desintegrándose mentalmente como una supernova, parafraseando a Neil Young; “prendiéndose fuego en lugar de desvanecerse” a diferencia de nosotros, la mayoría de los mortales.
También es un acto de amor, de valentía. Claro, sí, a pesar de que en aquel entonces no se sabía que si te tomabas cuatro o cinco ácidos en un día podías sufrir graves consecuencias, lo más probable es que Barrett hubiera elegido ese camino de todas maneras. Hubiera dejado el cuerpo por su música. Igual eso nunca lo sabremos ni viene al caso.
Es por eso que su música es completamente distinta, única y es así como compararlo con sus contemporáneos (e incluso con sus seguidores) y medirlo o analizarlo en términos convencionales no tiene demasiado sentido. Para la grabación recibió la ayuda de varios amigos y allegados, sobre todo de David Gilmour, paradójicamente, quien fuera contratado para reemplazarlo en su propio grupo, y de varios miembros de Soft Machine, sobre todo Robert Wyatt. Fueron ellos quienes permitieron que los dos discos solistas pudieran ver la luz. Barrett llevaba sólo ideas que distaban mucho de ser composiciones redondas y tenía alteradísimas las nociones de tempo, métrica y afinación. Paraba en medio de un tema, se equivocaba y en la siguiente toma cambiaba bruscamente los arreglos. Por eso genera tanto fanatismo, por eso los más acérrimos se desviven buscando tomas alternativas y quieren tener hasta las grabaciones más desprolijas y descuidadas, porque es casi un milagro que esta música exista, que haya salido a la venta. Como ejemplo sirve el principio de "If It's In You" en donde Syd pega un alarido completamente desafinado y pide hacer otra toma en donde la cosa no parece mejorar mucho. A su favor hay que decir que lo que está intentando no es para nada sencillo y que no se parece a nada, es simple; a pesar de sus capacidades netamente disminuidas, seguía teniendo la mira fija en lo más alto, seguía buscando, tratando de hacer mucho con poco. En definitiva… lo que separa lo cotidiano de lo sublime. ¿En que disco va a haber algo parecido a "No Man's Land"? ¿Dónde van a encontrar otro auto-retrato esquizofrénico como "Dark Globe" o una belleza como "Golden Hair"?

En unos pocos años se convertiría en un recluso y las peregrinaciones a su casa eran cosa frecuente, con todos los vecinos haciendo lo posible por protegerlo, negando información mientras el héroe psicódelico pintaba cuadros con su madre como única compañía, viviendo de las regalías. Como dice en "Here I Go"; “así es mi mundo, si lo hago, lo hago con estilo”.





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Pink Floyd - Relics
Robyn Hitchcock - I Often Dream of Trains
The Bevis Frond - What Did for the Dinosaurs

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Art - Supernatural Fairytales

“Mis ojos plateados tocan la tierra y no van a caer, no, no he dormido, en varias noches y en el final podés ver mucho más lejos afuera, creo que me estoy volviendo raro”. Así dice la letra de "I Think I'm Going Weird", el temazo que abre a pura psicodelia nerviosa el único disco de Art, Supernatural Fairytales, otro más de la brillante cosecha ’67. Exactamente cuántas de las bandas subterráneas de aquel entonces tomaron LSD es imposible saberlo y es muy probable que varias no hayan estado ni cerca, pero la influencia del élixir y sus connotaciones estaban por todos lados.

Los Art solían llamarse The V.I.P.'s antes del cambio de dirección, los caftanes y los porritos y lo más cerca que estuvieron de la fama fue más tarde, cuando esta misma banda se convirtió en Spooky Tooth, un grupo bastante famoso en su momento y que realmente vale la pena investigar. También el baterista, Mike Kellie, sería el encargado de sacudir los parches en los tres primeros discos de The Only Ones.

En algunos sitios de Internet los describen como una banda similar a Cream. No es tán sencillo el asunto; más de allá de un leve parecido en la voz de Luther Grosvenor con la de Jack Bruce, el sonido de Art tiene sus hallazgos y -hay que decirlo- está adelantado a su época. En dos o tres años estaría lleno de grupos con este tipo de sónido, en esta búsqueda, a mitad de camino entre el rock progresivo, la psicodelia y el hard-rock, pero en 1967… eran pocos los que estaban intentando algo como esto. Tampoco tienen muchos elementos del blues, cosa que sí tenía el power trío de Clapton o el primer grupo de Hendrix. Sí tiene que ver con el sonido del primer Deep Purple, aquel sin Gillan, cuando todavía cantaba Rod Evans, el de Book of Taliesyn, pero bueno, eso vino después por ende; créditos para Art.
Concedido: uno pone "Room with a View", con su riff insistente y piensa que lo ha escuchado mil veces, pero detengansé a pensar dónde y más que nada cuando. Podría ser un tema de Live at Leeds de The Who o, para no irse tan lejos, uno de Spooky Two. Pero no todo es tensión en Supernatural Fairytales, hay momentos distendidos como "Flying Anchors" (título elocuente si los hay) o el que viene después del magnífico tema que da nombre al disco, "Love Is Real, de neto corte folk.
También hay lugar para las versiones; está el cover de la que quizás sea la canción más famosa que escribió Stephen Stills, "What's that Sound (For What It's Worth)", de aquel legendario primer disco de Buffalo Springfield. Y también está "Come On Up" de los Young Rascals, con tufillo a R&B y presagiando un poco lo que se vendría con la nueva encarnación del grupo. También hay lugar para la exploración, para la experimentación que para esta época era casi reglamentaria, esta vez de la mano de "African Thing" un orgía percusiva que adelanta la mal llamada World Music (como si el resto de la música que escuchamos fuera de Saturno).

Art
no trascendió, pero como todos sabemos, hoy existe un verdadero mercado para el rescate emotivo y la arqueología roquera, además Supernatural… es un disco que todavía hoy se puede parar de frente ante pesos pesados del estilo y salir muy bien parado. ¡Ah! Y la tapa es preciosa.




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Bobak, Jons, Malone - Motherlight
Spooky Tooth - Witness
Kula Shaker - K

sábado, 19 de noviembre de 2011

5 Canciones 5: Badfinger

Crimson Ship
Para la época de Magic Christian Music, todavía estaban muy asociados con los Beatles, incluso en esta película, en la que pusieron música, actuaba Ringo. Todavía se molestaban por ser metáforicos y tenían muchos temas con ese estilo medio pop, medio psicodélico de fines de los sesenta, a la manera de Odessa o Abbey Road. Los arreglos de guitarra que responden a las voces (perfectamente armonizadas, claro) en el estribillo y la coda psicódelica ya pagan el precio de la entrada.
Aparece originalmente en: Magic Christian Music (1970)

It Had to Be
¡Si señores! ¡Mike Gibbins, el baterista, también componía! ¡Y cómo! Se movía comodamente dentro de varios estilos pero en "It Had to Be" se nota que es un pez en el agua. Tiene mucho que ver con esos temas medio balada que tan bien les salían a los otros miembros del grupo. Una canción de desamor, de ruptura, con la resignación que implica asumir el fracaso. Eso sí; la canta, como los dioses, Pete Ham.
Aparece originalmente en: No Dice (1970)

Name of the Game
Bueno, de Straight Up... ¡Que díficil elegir solo una!. Hay cuatro o cinco canciones de esas bien lacrimógenas (en el buen sentido de la palabra), de esas que mueven una fibra sensible hasta al más rudo y "Name of the Game" es una de esas. La letra derrota a "Let It Be" en su propio terreno, con tintes algo místicos y algunas frases tremendamente acertadas, con la melancolía a flor de piel, es imposible no conmoverse. Esto es Badfinger cien por ciento.
Aparece originalmente en: Straight Up (1971)

Why Don't We Talk?
Empieza con unos pasos que se escuchan de fondo, se mueven unos muebles, una cosa un poco extraña. Pero en seguida viene lo mejor, un fade-in lento introduce unos coritos y directo al plato fuerte; una secuencia repetitiva de tres acordes que suenan bien pesados, una cruza imposible entre Who's Next y Mott the Hoople, guitarras gordas. Este temazo lleva la firma de los dos compositores principales; Tom Evens y Pete Ham, que comparten también la voz líder. Atención al precioso solo de guitarra de Joey Molland.
Aparece originalmente en: Badfinger (1974)

Keep Believing
Después del que quizás sea el mejor disco que hicieron, el fantástico Wish You Were Here, los tipos tenían material para... un disco doble! Grabaron este, Head First, que fue rechazado por Warner, la compañía grabadora. Es increíble... ¿Cuantos discos se han editado con canciones que no llegan ni a los tobillos de una preciosura como "Keep Believing"? Ham canta este himno a la esperanza con un nudo en la garganta, "éramos peones en el juego de otra persona". Le quedaban unos pocos meses de vida.
Aparece originalmente en: Head First (2000 [Grabado originalmente en 1975])




miércoles, 16 de noviembre de 2011

Echo & the Bunnymen - Porcupine

En Head On, la magnífica autobiografía de los primeros años de carrera de Julian Cope, hay una algunas anécdotas que hablan claramente de la personalidad y la ambición musical de Ian McCulloch, el que todavía hoy lidera a Echo & the Bunnymen. Cuenta como se conocieron, en la incipiente escena post-punk de Liverpool, cuando Mac (tal su apodo) era un clon lleno de granos de Joey Ramone, a la defensiva atrás de unos perennes anteojos oscuros. Relata cómo compartían gustos musicales, con el esnobismo que se necesita para poder hacer algo en la vida, como detestaban ciertas bandas y glorificaban exageradamente a otras que en realidad no estaban tan distanciadas. También competían salvajemente y Cope confiesa sin el menor arrepentimiento el ataque de envidia que sintió cuando salió Crocodiles, antes incluso que Kilimanjaro, el debut de los Teardrop Explodes.
Hoy parece imposible y hasta ridículo pero en un momento, a principios de la década del ochenta, los Bunnymen eran serios candidatos al título de Banda Más Grande del Mundo, batalla que perderían irremediablemente a manos de U2, con Bono a la cabeza. La prensa los adoraba, el público respondía pero no… no iba a poder ser.

Para hacer la tapa de Porcupine, el tercero de estudio, depués del brumoso y asperísimo Heaven Up Here, decidieron seguir la tradición de plantar la banda en algún paisaje insólito. Si en Crocodiles aparecían en una especie de bosque encantado y en Heaven… en una playa desierta, esta vez iban a ir más lejos todavía. Pusieron proa con rumbo a Islandia y armaron la sesión de fotos, en ese glaciar que tanto tiene que ver con la música que contienen los surcos. Ahí también filmaron el video de "Back of Love" ese temazo impresionante que les ayudó a llegar alto por primera vez en los rankings, dándole de pasada un significativo envión a las ventas de Porcupine, para el que se filmaron nada menos que seis videos promocionales. Ya lo dijimos; las ambiciones de los muchachos eran serias.

Porcupine
tiene fama de “disco difícil” pero no es tan así. En realidad es mucho menos árido que sus dos predecesores; a pesar de que Echo & the Bunnymen refinaba la técnica y mejoraban las orquestaciones, sus discos se fueron volviendo progresivamente menos aventureros, más convencionales, más “cancioneros” si se quiere. Cada uno sabrá con que etapa del grupo quedarse, ninguna de las dos es mejor que la otra, simplemente son diferentes y en las dos se mueven con total naturalidad. Porcupine es quizás ese momento a mitad del camino, no es ni una cosa ni la otra; sí… hay estribillos y muy buenos, pero también oscuridad y experimentación para todos los gustos y ahí reside su mayor encanto.
Pero en todos los discos aparecen los elementos que hacen de ellos una banda con personalidad; la guitarra psicodélica de Will Sergeant, una especie de Tom Verlaine inglés, un héroe anónimo de las seis cuerdas y la voz de Sinatra en ácido de McCulloch. Y bueno, las letras, por supuesto. Son un reflejo perfecto de una época, de una generación desencantada y claustrofóbica con sus obsesiones a la orden del día.

Después del éxito de Ocean Rain, el siguiente trabajo y continuación casi natural, vinieron unos cuantos problemas, la devastadora muerte del baterista Pete de Freitas, las carreras solistas y las peleas que nunca faltan. Pero se las arreglaron para sobreponerse a todo y hoy en día siguen con un nivel más bien desparejo. Lejos quedaban los días de gloria de Porcupine.





Chequear también:

Wah! - Nah = Poo -- The Art of Bluff
Siouxsie & the Banshees - Tinderbox
Echo & the Bunnymen - Evergreen

lunes, 7 de noviembre de 2011

Aphrodite's Child - 666

Algo llama la atención a la hora del vistazo inicial a los créditos de este mastodonte sonoro que es 666, el tercer y último disco de estudio de los griegos Aphrodite's Child: los nombres. Está Vangelis Papathanassiou, que luego sería famosísimo (sin el apellido) como tecladista y autor del himno new-age "Chariots of Fire" y Demis Roussos, el super astro de la música pop mediterránea, con millones de discos vendidos en todo el mundo. Otro detalle no menor; en el sobre interno también dice “este trabajo fue grabado bajo la influencia del Saleph”, una especia de absentha antiquísima, un poderoso estimulante que hizo que Mercury Records se enojara mucho y demorase la salida del disco casi dos años. A la compañía tampoco le entusiasmaba la idea de tener que vender un disco doble, ambicioso y con una temática controvertida ya que las letras se basaban en un texto bíblico; nada menos que en el Apocalipsis según San Juan.

Quien no conoce el disco pero ha leído este primer párrafo quizás no esté del todo entusiasmado y es entendible; comerse un disco doble, con esos nombres en juego, con esas pretensiones… lo más probable es que sea un rompecabezas auditivo imposible de llevar a cabo. No es tan así la cosa, por suerte. Si bien 666 no es un disco “fácil”, de esos que entran a primera escucha, tampoco es tan críptico como podría suponerse, con un balance casi perfecto entre experimentación y canciones relativamente accesibles. Está la psicodelia retorcida y deforme de "The Lamb" pero en el mismo lado, un poco antes aparece "The Four Horsemen", un hit menor, el último de la carrera del grupo.
Hay de que decir que el concepto se difumina un poco a lo largo del disco y se debe en parte a que hay demasiadas distracciones musicales, en 666 hay para todos los gustos, está el clima siniestro de "Aegian Sea", que es rock progresivo de principios de los setenta entendido de la mejor manera posible, sin excesos ni florituras, tiene más que ver con la búsqueda del Pink Floyd de Meddle que con la pirotecnia instrumental.
"The Marching Beast" y "The Battle of the Locusts", que son dos temas que están juntos más o menos a la mitad del disco, son el ejemplo típico de este eclecticismo, de este ir y venir entre canción más o menos “convencional” y disparate psicodélico, de caos controlado.
La nota de color es el tema llamado "∞" (infinito), casi al final, en donde la actriz Irene Papas finge un orgasmo mientras recita el siguiente mantra “yo era, yo voy, yo voy a acabar” sobre una base de percusión rarísima a cargo del propio Vangelis, algo así como el equivalente musical a El Exorcista. Según dice la leyenda el tema duraba casi media hora (en el disco “sólo” son cinco minutos) y los gritos no eran fingidos. Tanto este fragmento como "All the Seats Were Occupied", que originalmente ocupaba casi toda la cara 4 en el disco de vinilo y en donde claramente el nivel de Sahlep en la sangre iba contra todas las leyes, son los momentos más demoníacos del disco, los que en verdad le hacen honor al título.

Para cuando salió al mercado, la banda ya no existía y aún así vendió una muy respetable cantidad de ejemplares. Roussos estaba a punto de convertirse en algo así como el Rey de la Balada Lacrimógena y Vangelis sería invitado a formar parte de Yes al momento de la partida de Rick Wakeman, oferta que declinó para concentrarse en su carrera solista. Casi no hace falta decir que nunca llegaron a hacer algo ni remotamente parecido a 666, un disco que todavía hoy sigue despertando fanatismos pero que nunca dejará de ser lo que realmente es; un gran disco de culto.





Chequear también:

Aphrodite's Child - It's Five O'Clock
Dr. Z - Three Parts to My Soul
Comus - First Utterance

sábado, 5 de noviembre de 2011

Entrevista: John Wicks de The Records


¿Te acordás cual fue el primer disco que compraste?
En realidad no puedo acordarme exactamernte cual fue el primero que me compré. Sin embargo, sí me acuerdo del primer simple, se llamaba "What Do You Want?" por un artista inglés conocido como Adam Faith.

¿Cómo fue que siguió creciendo tu colección?

¡Mi colección empezó a crecer bien rápido cuando era joven! Me compraba de todo; desde los Beatles a Led Zeppelin, los Rolling Stones, los Kinks, Small Faces, The Move, Cream, Beach Boys, Jimi Hendrix Experience, Pink Floyd (con Syd Barrett), Fleetwood Mac (con Peter Green), Keef Hartley Band, Canned Heat, esos son sólo algunos ejemplos. Por supuesto que hubo un montón más, pero son demasiados como para enumerar acá.

¿Alguna vez tuviste una fijación obsesiva con alguna banda o solista?

Ninguna banda o artista en particular. Pero hay una buena cantidad de bandas, artistas y escritores de canciones -tantos viejos como nuevos- que admiro especialmente. Más que nada tengo una tendencia a admirar a músicos, cantantes y compositores que realmente se han ganado su éxito, al contrario de los, digamos, manufacturados.

¿Qué discos recomendarías de “compañeros de escena”?

¡Esta es una jodida! Estoy un poco indeciso con esta ya que, dependiendo de mi estado de animo en cierto momento, hay muchísimos para elegir.

¿Escuchás música nueva?

A pesar de que me encanta escuchar buenas bandas nuevas además de los viejos favoritos, no escucho casi nada de radio hoy en día. Entonces confío en descubrir música nueva interesante un poco por accidente, vía internet o a través de recomendaciones de conocidos. Sí tengo un gran respeto y admiración por Dave Grohl, por ende, amo a los Foo Fighters.
Mi viejo compañero de banda, Jude Cole, es manager de Lifehouse, que me gustan mucho y me parecen que están muy infravalorados. Hoobastank también son una gran banda. Hay mucha música nueva dando vueltas que vale la pena, pero me parece que uno tiene que sortear un montón de mediocridades para descubrirla. Me considero muy afortunado de tener un hijo de 24 años, Perry Wicks, que casualmente tiene un excelente gusto musical. Es baterista y toca en una banda allá en el Reino Unido... bueno; el me pasa un montón de cosas nuevas que están muy buenas. Hace poco estuvimos zapando. Aunque sea yo el que lo dice, es muy bueno tocando... ¡Estuvo alucinante!

¿CD, vinilo o MP3?

Yo crecí con el vinilo y por eso tiene un lugar especial en mi corazón. Dicho eso, hoy en día prefiero los CD's, más que nada por su practicidad. En cuanto a los MP3's, supongo que pueden ser considerados todavía más prácticos a pesar de que los veo como una especie de mal necesario, por decirlo de alguna manera. Todavía tengo una considerable colección de vinilos y CD's pero admito libremente que no condeno los MP3's.

¿Qué cinco discos te llevarías a una isla desierta? (Esta es la pregunta obvia)

1) Revolver
de los Beatles
2) Straight Up
de Badfinger
3) City to City de
Gerry Rafferty
4) High Voltage de
AC/DC 
5) Behind the Gardens, Behind the Wall, Under the Tree
de Andreas Vollenweider.





jueves, 3 de noviembre de 2011

Wilco - The Whole Love

Todos los grandes autores de canciones tienen un tema recurrente. Una idea a la que vuelven, que los obsesiona, a veces de modo inconsciente y otras en forma completamente planificada. Así es como Nick Cave insiste con la muerte y el amor enfermizo, Federico Moura con el desenfreno y la burla a los prejuicios o Roy Orbison con el sufrimiento romántico. Jeff Tweedy además de músico, letrista y compositor principal de Wilco, es ante todo un fan. Un fan del rock. Y de ahí viene su principal fuente de inspiración; de todo lo que significa e implica ser un fan de la música, de cómo puede modificar nuestras vidas, como puede salvarlas, actuar como fuerza motriz, deprimirnos y alegrarnos. Es lógico que con esos puntos de vista despierte adhesiones, le habla muchas veces al fan, de igual a igual y ahí reside el truco o el secreto -si se quiere- de Wilco. Bueno, después también hacen unas canciones buenísimas, pero de esto nos vamos a ocupar más adelante.

No viene mal recordar que Wilco renace de las cenizas de Uncle Tupelo, aquella agrupación que con el fundamental No Depression supieron sentar las bases de lo que hoy se conoce como alt-country o Nuevo Rock Americano; más allá de las inútiles etiquetas, se trataba de pibes punks que no le hacían asco a la música de raíces, logrando una fusión hasta entonces inédita.
Todavía resulta difícil caer en la cuenta de que ya llevan más de quince años juntos. Quince años y casi diez discos. En esos discos han hecho de todo. Pero de todo en serio. Con algún que otro cambio de formación han sido los Stones y Neil Young en Being There, Gram Parsons en A.M., power-poperos en Summerteeth, experimentaron con un rock artista y retorcido en A Ghost Is Born y finalmente encontraron una personalidad en una mezcla de todo eso en los dos últimos trabajos de estudio; el magnífico Sky Blue Sky y, más recientemente, con Wilco (The Album), el del camello en la tapa.

Es entonces cuando The Whole Love viene a cerrar esa especie de trilogía, en donde la banda suena a banda, experimentan y juegan siempre con la canción a modo de marco sagrado, intocable.
Al principio engaña, nos hace parar la oreja de la mano de "Art of Almost". ¿Qué es? ¿Autreche? ¿Radiohead otra vez borrachos? La cuestión es que los tipos arrancan el disco con una exploración sonora, rara e interesante, pero después la cosa vuelva a terrenos familiares. En general The Whole Love es un disco plácido, clásico, tranquilo, sin mayores sobresaltos y salvo en "I Might" y en "Standing O", los temas tienen esa extraña calidez que ya habíamos escuchado, en discos anteriores, esas baladas con varias lecturas entre líneas que tanto nos gustan. Algún escéptico puede decir que se trata de un cómodo “más de lo mismo” pero no, sería un reduccionismo algo tonto. Tweedy se deprime como nunca en "Black Moon" en uno de esos temas que hablan de darse cuenta de algo que uno ya esperaba, pero que igual pasó, algo tan estúpido como humano a la vez, tan nuestro. Los arreglos de cello son excelentes, por cierto.
Dos por tres aparece la guitarra vanguardista de Nels Cline, algo así como un Richard Lloyd y Tom Verlaine en un mismo cuerpo, capaz de roquear con desenfreno y de llevar su instrumento a lugares sombríos y lúgubres, es muy bueno lo que hace al final de "Whole Love" o en el tema que cierra el disco, el larguísimo "One Sunday Morning", que es el equivalente posmoderno a "Sad Eyed Lady of the Lowlands" de Blonde On Blonde.

Es Wilco, los conversos, que ya saben que esperar de la banda, van a estar felices con The Whole Love y si de paso suman algún nuevo fiel con este nuevo trabajo, quedamos todos contentos.






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The Who - The Who By Numbers
Wilco - Yankee Hotel Foxtrot
Beachwood Sparks - Beachwood Sparks

martes, 25 de octubre de 2011

Kevin Ayers - Yes, We Have No Mañanas

Hace poco salió una preciosa cajita de cuatro CD's, Songs for Insane Times, compilando lo mejor de Kevin Ayers como solista, incluyendo material desde Joy of a Toy, su primer disco solista después de su paso por los fundamentales Soft Machine, hasta That's What You Get, Babe del '80. Su mejores años, se podría decir. No alcanzó. No fue suficiente para despertar el revival, para situarlo en el lugar que merece. El tema es… ¿Qué lugar merece? ¡Ni él lo sabe! Y seguro que tampoco le interesa. Es que es inclasificable. Eterno holgazán, borrachín, lector voraz, divertido, irónico, retorcido… Son sólo algunos de los adjetivos que se pueden usar para describirlo y aún así nos quedamos cortos. Como siempre; nada mejor que escuchar los discos para entenderlo.

Kevin Ayers
hacía escapadas frecuentes a Mallorca, en las islas Baleares, por eso el bronceado de la foto de tapa y el título de este disco; Yes, We Have No Mañanas. La palabra “mañanas” para hacer referencia a otra palabra que Ayers usaba mucho para describir algo así como “delirios” o “extravagancias”: bananas. Recordar el disco Bananamour en donde las frutas amarillas aparecían hasta en la portada. Este es el disco en que regresa al sello Harvest, después de un breve flirteo con Island, en donde intentaron venderlo como una especie de astro glam, algo que no cerraba por ningún lado.
¡En esas condiciones hizo el espectacular Confessions of Dr. Dream and Other Stories!
Tal era su desencanto con la industria discográfica en este período que si hay una temática que predomina en …Mañanas es precisamente esa. En "Star", al principio, ya lo deja bien claro: “Si querés ser una estrella empezá a brillar, brillá de una vez”. El solo de guitarra de su fiel ladero Ollie Halsall también es digno de mención. También hay palos repartidos para los buitres en "Mr. Cool" y en "Ballad of Mr. Snake" y de manera no tan explícita en "The Owl". Es importante remarcar que, quienes esperen bizarreadas sonoras como "Song from the Bottom of a Well" de Whatevershebringswesing o cualquiera de las suites sinfónicas de Shooting at the Moon, no se van a encontrar con lo mismo. Esta vez el tono elegido es un rock suave, muy personal, divertido y hasta jocoso, tocado con muchísima onda y personalidad, no es el mismo Ayers de "The Lady Rachel", para bien y para mal. Pero por supuesto que hay lugar para la experimentación y la locura, incluso en temas en apariencia convencionales como "Love's Gonna Turn You Around", hay arreglos geniales, de esos que son su marca registrada.
Escuchen sino "Help Me", en donde Ayers deja claro que fue uno de los pocos de su generación que no miró con desdén el punk y la new wave que ya pisaban fuerte para este entonces.
Sobre todo con discos como Rainbow Takeaway o Diamond Jack and the Queen of Pain. “¿Quieren un tema new wave? Ok, tengo este”. Incluso a media máquina le sobra para demostrar su talento. "Ballad of Mr. Snake" directamente empieza con un claro bostezo. ¿Aburrido? De ninguna manera, pero muy irónico, eso seguro. Siempre desafiante, el último tema es la joya del disco; "Blue" es una de esas composiciones que ya para esta época no hacía Bowie, con una producción a todo trapo (a cargo de Halsall y el mismo Ayers) y un verdadero caleidoscopio de ideas musicales. Acá aparece el mejor solo de guitarra del disco, sin dudas.

Despues de …Mañanas siguió, casi en seguida, Rainbow Takeaway, pero Ayers, cada vez más frustrado con el panorama musical, se fue desvaneciendo en un mundo que ya no tenía lugar para tipos como él, sacando discos a medio terminar cada dos, tres y hasta cuatro años. En los noventa, con todo lo que fue el movimiento neo-piscodélico, muchos lo nombraban en entrevistas y decidió volver al ruedo con el excelente The Unfairground. El círculo se cierra otra vez.






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Kevin Ayers, John Cale, Eno & Nico – June 1, 1974
Lady June – Lady June's Linguistic Leprosy
Kevin Ayers – The Unfairground

lunes, 17 de octubre de 2011

The Feelies - Only Life

“¿Qué significa? / ¿Qué podés hacer al respecto? / ¿Qué podés decir? / Si no sabés de qué se trata / Nadie habla / Nadie escucha / Es todo negativo / No importa nada".

Con esas líneas empieza la canción que le da el título a Only Life, el tercer disco de estudio de los Feelies de Nueva Jersey. Preguntas, preguntas sin respuesta, indicio de que nos encontramos con algo que realmente vale la pena, porque si te dicen todo, te explican todo, te dan todo servido, no tiene demasiado sentido todo esto y los Feelies, claramente, lo sabían.

Habían empezado hacía ya casi una década para la altura de este trabajo, con el fundamental Crazy Rhythms, una conjunción de nervios, paranoia, velocidad post-punk y un toque de intelectualidad no exagerada. Una mezcla que puede sonar forzada en los papeles pero que en realidad funcionaba a la perfección. Incluso tenían varios acólitos en el mundillo del naciente rock universitario de la década del ochenta, de hecho, Peter Buck de R.E.M., un fan de la primera hora, les produjo el segundo disco, que por varios problemas internos (y externos) tardó unos años en aparecer. Para Only Life habían firmado para el sello A&M y parecía que la iban a pegar. No pudo ser pero no importa; la música acá está, al pié del cañón para quien quiera oír, como siempre.

Y la música es una continuación de lo que habían empezado en el disco anterior, menos nerviosa, un poco más relajada pero sin perder un ápice de la tensión latente que los caracteriza, ya no están esos ritmos hiperquinéticos a toda máquina de la primer etapa (¡Que gran versión la de "Everybody's Got Something to Hide…" de los Beatles!) y en su lugar hay un grupo con mas “cancha”, más confianza y la voz de Glenn Mercer ya no se parece tanto a la de Lou Reed, tiene más carácter, más personalidad.
Se puede decir que tienen que ver con ciertos grupos como Green On Red o Dream Syndicate en esa mezcla tan especial entre punk y folk-rock y como prueba están "Too Much" o "Higher Ground" que no hubiera desentonado en Fables of the Reconstruction o en cualquiera de los primeros de Thin White Rope. Se ve que los muchachos se escuchaban mutuamente.
"The Undertow" tiene una atmósfera un poco oscura, con un uso inteligente de los acordes menores y está al borde de la explosión constantemente, cosa que no sucede y que termina siendo uno de los atractivos de la canción. "For Awhile" suena a Television, con los tics vocales de Verlaine incluídos, son gente que tenía en su casa los discos adecuados, se nota. Al final, a modo de “si, está bien, tienen razón” hay una versión del tercero de Velvet Underground, de "What Goes On", los periodistas se cansaban de hacer esa comparación y ellos les daban tela para cortar. La versión, más rápida y punkie, es excelente.

Después de Only Life la diáspora de los Feelies se dio en forma de proyectos individuales de variada (más bien escasa para ser sinceros) trascendencia pero hace poco, estos tres primeros discos fueron reeditados y tuvieron otro breve pero interesante revival, con una reunión, llegando a telonear a Sonic Youth y haciendo un disco de canciones nuevas. Si no los conocés… ¡Todavía estás a tiempo!





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The Feelies - The Good Earth
Guadalcanal Diary - 2x4
The Feelies - Here Before

domingo, 16 de octubre de 2011

5 Canciones 5: The Misunderstood, Patti Smith, The Boys, Julian Cope y Cave Singers

I Can Take You to the Sun
Los Misunderstood nunca llegaron a grabar un disco entero pero se lo merecían y mucho. Esto es piscodelia en su máximo grado de pureza. Empieza medio Yardbirds, un poco oscuro y después va a parar a una sección oriental, muy mística, con un coro de monjes repitiendo "te puedo llevar al sol pero vos no querés ir". Termina con un solo de guitarra acústica estilo Zorba el Griego. Brillante.
Apare
ce originalmente en: Before the Dream Faded (1969)

Rock 'n' Roll Nigger
En una de las más efectivas alianzas entre rock y cine de todos los tiempos, esta canción aparece en una violentísima escena de escape de una cárcel en Asesinos por Naturaleza de Oliver Stone. Patti Smith se valía del mismo término que había usado Lennon (esa forma tan despectiva de llamar a los negros) para revolver un poco las tripas de una sociedad condescendiente y pacata. ¿La música? No hace falta aclararlo...
Aparece originalmente en: Easter (1978)

Schoolgirls
¿Por qué a los Boys no se las da el crédito que merecen? Es un verdadero misterio. Sus cuatro discos de estudio están llenos de hits en potencia y son cultores del mejor power-pop/punk que se ha hecho y encima lo hicieron primero que nadie. "Schoolgirls" es una de esas tantas canciones que podrían haber estado en Hard Day's Night, pero claro, con las guitarras bien fuerte... Como corresponde
.
Aparece originalmente en: The Complete Punk Singles Collection (2000)

Fear Loves This Place
El gran Julian Cope se juega como nunca por el paganismo y carga las tintas a fondo contra las iglesias en esta obra maestra de su magnífico Jehovahkill.
Arranca calmo, con Cope exponiendo sus ideas con claridad y elocuencia pero para el momento de la explosión (que era inminente) ya lo tenemos al Druida parado encima de un monolito antiguo dando rienda suelta a las guitarras. El rock como religión. Religión pagana, por supuesto.
Aparece originalmente en: Jehovahkill (1992)

Hen of the Woods
Increíblemente algunos se las arreglan para seguir sonando originales. El "truco" de los Cave Singers consiste en hacer canciones utilizando un solo acorde (o a lo sumo dos) y armar una textura alrededor de esa nota, con poca instrumentación pero muy bien administrada. Con esa voz que es queja, celebración y lamento a cargo de Peter Quirck. "Hen of the Woods", del segundo disco, es especialmente efectiva; va creciendo de a poco y una vez que alcanza su pico... termina!
Aparece originalmente en: Welcome Joy (2009)

lunes, 10 de octubre de 2011

The Pink Fairies - Neverneverland

¿Por qué será que los Pink Fairies han soportado el paso del tiempo mucho mejor que otros grupos similares? Puede ser que porque dentro del género, que vendría a ser rock duro de principios de los setenta, entran ahí, medio de refilón. Y claro, es que la etiqueta les queda chica, son agitadores sociales, proto-punks, rebeldes, drogones y por momentos muy psicodélicos. Descienden de los Deviants de Mick Farren, banda inclasificable si las hay, y en tres años hicieron tres discos fundamentales que todavía no tienen el reconocimiento que sin duda merecen. Para responder a la pregunta inicial, nada mejor que pegarle una escuchada al primero de la trilogía; Neverneverland.

Empieza con la canción emblema del grupo, "Do It", que casi de manera lógica fuera versionada por Henry Rollins. Un verdadera manifiesto a puro machaque guitarrero. “No pienses al respecto, todo lo que tenés que hacer, hacelo / Vos escribilo cariño, después venimos nosotros y simplemente… lo hacemos” aúlla la letra y en el estribillo repite el título una y otra vez, como para redondear la idea. Temazo.
Después nos llevan a dar un paseo por un valle de hongos alucinógenos de la mano de "Heavenly Man". ¿A que suena? Al primer Pink Floyd, a Family… suena a puro Pink Fairies en realidad! Sigue con otro festival de riffs, con "Say You Love Me", quizás el tema más “genérico” del disco, pero tienen tanta onda para tocar y está tan bien cantado que termina siendo uno de los puntos álgidos, con un estallido en el puente de esos que nos dejan con la lengua afuera. Para seguir agregando variedad viene "War Girl" con un ritmo entre jazzero y latino y unos solos de guitarra fuzz (que responden a las estrofas de voz) que son un hallazgo. No les faltaba sutileza a la hora de los arreglos a los muchachos del equivalente al Soho londinense; Ladbroke Grove.
Bueno, del tema que le da el título al disco es poco lo que se puede explicar con palabras. ¿Qué es? ¿Cómo lo podemos definir? ¿Rock espacial? No sería una definición desacertada. Tiene de todo; dinámica, efectos de sonido, buena letra. Perfecto.
Para abrir la cara B nada mejor que titular el tema de la siguiente forma: "Track One, Side Two". La sorpresa esta vez viene del lado de la música. Una especie de R&B narcotizado, un Otis Redding pasado de ácido, transcurre en un sopor contagioso, muy hipnótico. "Thor" es un instrumental corto, raro y sirve más que nada para calentar motores porque en seguida llega otra de las joyitas; "Teenage Rebel". Roñoso y garagero, esto es un anticipo del primer disco de los Ramones, corta va y viene y te sacude bien la cabeza, siempre y cuando el volumen sea el adecuado. Y para terminar ponemos toda la carne al asador: "Uncle Harry's Last Freakout" cumple con todo lo que su título promete y más. Arranca a puro hard-rock pero la guinda de la torta viene al final. Son casi diez minutos de experimentación bien entendida, piscodelia pura, retorcida hasta su punto máximo.

Hace poco se remasterizó el catálogo de los Pink Fairies y a los tres discos les agregaron unos bonus tracks que, en este caso, realmente valen la pena (¡"The Snake"!!!). Junto con este también salieron los que le siguen; Kings of Oblivion y What a Bunch of Sweeties y ahí tuvieron un breve momento de revalorización. Así, que esta vez más que nunca, el mensaje es claro: Hacelo.





Chequear también:
The Deviants - Ptooff!
Hawkwind - Quark, Strangeness & Charm
Melvins - Bullhead
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