viernes, 24 de enero de 2014

The Flying Burrito Brothers - Burrito Deluxe

La opinión consensuada es que The Gilded Palace of Sin es el mejor disco sin dudas de los Flying Burrito Brothers pero nos atrevemos a desafiar esa afirmación. Sí, está bien, Gilded… fue el primero, tiene la ventaja de la novedad, todo lo que quieras, pero Burrito Deluxe es más fiestero, más divertido y encima tiene “Wild Horses” como broche de oro.

La historia es más o menos vox populi; Gram Parsons deja a los Byrds después de Sweetheart of the Rodeo, se lo lleva a Chris Hillman, uno de los músicos y compositores más injustamente ignorados del Libro Gordo del Rock, y arma a los Burritos para no tener que discutir decisiones con nadie (léase Roger McGuinn) y con el primer LP cosecha un éxito de críticas inmediato en su afán por plasmar en vinilo lo que llamaba “música cósmica americana”.

Para la altura de Burrito Deluxe, fines de los sesenta, Gram Parsons ya era una estrella, se codeaba con los Stones, se había hecho muy amigo de Keith Richards, se iban a tomar alucinógenos al desierto de Mojave y tocaban mucho en vivo, muchísimo. El disco arranca a todo gas, con “Lazy Days”, que ya había sido grabado por los Byrds (aparece en los bonus de la reedición de Sweetheart…) pero que no había entrado en el disco por líos contractuales que impedían que Parsons cantase en otro sello, todavía tenía contrato con LHI, el sello de Lee Hazlewood en el que había aparecido el disco de International Submarine Band, el debut de Parsons en LP y otro que definitivamente vale la pena buscar. Lo primero que uno piensa es “¡Sí! ¡Rock ‘n’ roll!” y no está nada mal tener esa idea en mente para lo que sigue a continuación.

Hay un “tapado” de Dylan, “If You Gotta Go”, un rock bien al estilo Chuck Berry, que desaparece fulgurante antes de que el reloj marque los dos minutos, otra versión del clásico “Further Along”, con unas armonías vocales que son una exquisitez auditiva. También tiene “Older Guys”, original de la banda, un verdadero temazo en donde Hillman se luce especialmente como bajista y para el que se hizo un video promocional arriba de un velero (YouTube… ¡que gloria!). Al final, como ya dijimos, aparece “Wild Horses” un año antes de salir en Sticky Fingers, supuestamente Keith Richards se lo dio en un demo en cassette a Parsons cuando este último estaba destrozado por una pelea con Michelle Phillips, la chica linda de los Mamas & the Papas.

Después de este disco se va Parsons para empezar su carrera solista y queda Hillman al mando de los Burritos y ahí sacan el disco homónimo de tapa azul, otro que hay que chequear y que está totalmente borrado de la historia oficial. Queda para la próxima.




Chequear también:
Gram Parsons - Grievous Angel
Chris Hillman - Slippin' Away
Emmylou Harris - Luxury Liner



jueves, 16 de enero de 2014

Chris Bell - I Am the Cosmos

Chris Bell siempre va a estar en esas listas de artistas de culto, es completamente imposible que salga de ese guetto, por empezar, antes de ser solista, estuvo en la banda de culto por excelencia, en Big Star, la que empezó con Alex Chilton y que tuvo que dejar cuando fue perdiendo el control creativo en una pelea desleal, con un tipo que no tenía reparos a la hora manipular gente, incomodar y comportarse extrañamente. Bell solo está en #1 Record, el disco de la estrella de neón en la tapa, en donde escribe, arregla y canta la mitad de las canciones y apenas aparece en Radio City, el segundo LP de la banda de Memphis.

Después de volver al negocio familiar, completamente deprimido, empastillado de pies a cabeza y con no pocos conflictos de personalidad, ayudado por su hermano, fue cuando empezó a componer y grabar las canciones que terminaron formando I Am the Cosmos, una verdadera obra maestra de la desolación, la melancolía y la tristeza aplicadas a la creatividad, a la composición de joyas pop de tres minutos y medio.

No hay discos como I Am the Cosmos, es difícil de comparar, se puede pensar en algunas canciones de Badfinger (“Day After Day”, “Without You”, etc.) como para dar un parámetro, pero en los discos de los ingleses siempre había más rock and roll, era otra cosa. Nick Drake quizás, algunas canciones de los Beach Boys más depresivos post-resaca Pet Sounds, pero no, ni siquiera, I Am the Cosmos está en una liga propia. Algunos pueden pensarlo como una exageración, pero está a la altura, y en muchos casos por encima, de los picos de la obra maestra de su ex compañero, el vertiginoso Third/Sisters Lovers, el disco-rompecabezas despedida de Big Star (sin contar la reunión con los Posies, claro).
Incluso cuando saca las guitarras al frente (“Get Away”) el sonido es destartalado, la letra dubitativa y la melancolía de la melodía ineludible. Si, es claro, I Am the Cosmos es el disco triste por excelencia. Pero lejos -lejísimos- está de ser una experiencia agobiante o insoportable. El talento musical de Bell es tan evidente que hace que escucharlo nunca deje de ser placentero más allá del contexto, las letras y los climas de las canciones.


Si Chilton era el Lennon de Big Star no cabe la menor duda que Bell era el Paul McCartney, el talento para la melodía inmediata. Como la foto de tapa, tomada en unas vacaciones en los Alpes, I Am the Cosmos es un disco enorme, celestial, prístino.




Chequear también:
Big Star - #1 Record
Matthew Sweet - Altered Beast
Tommy Keene - Crashing the Ether

martes, 7 de enero de 2014

5 Canciones 5: Fleetwood Mac, Circle Jerks, Rose Tattoo, S. Bonney y TSOOL


For Your Love
Fleetwood Mac
Probablemente la banda más injustamente vapuleada de todos los tiempos, en la extensa discografía de Fleetwood Mac te podés encontrar con muchísimas perlas perdidas y este cover de la pluma de Graham Gouldman, de la época de Bob Welch (la época -justamente- más ignorada) no hace más que confirmarlo. Y pensar que por este tema dicen que Clapton se fué de los Yardbirds.
Aparece originalmente en: Mystery to Me (1973)


Anxious Boy
Circle Jerks
¿Cuantas bandas han fracasado rotundamente imitando a Circle Jerks? Muchas, muchísimas. Se ve que la cosa real era una especie de producto de la química, de la magia que se producía entre sus integrantes o lo que sea. Keith Morris lleva los tics vocales de Johnny Rotten a un extremo inimaginable y aún así funciona y perfectamente. Aparece en el último disco de estudio que sacaron hasta la fecha.
Aparece originalmente en: Oddities, Abnormalities and Curiosities (1995)


Suicide City
Rose Tattoo
Si vas a salir a la ruta, a caminar o correr o vas a andar en colectivo, cualquiera de las canciones del segundo LP de los australianos Rose Tattoo te va a servir, esto es música que va con movimiento. Sí o sí. ¿Qué hace que esta canción sea mejor que cualquiera de las del resto del disco? No mucho en realidad, es más rápida que la mayoría, tiene un nivel de agresión ideal para cagarse bien a trompadas. En fin... es sólo rock 'n' roll, pero no a cualquiera le sale tan bien.
Aparece originalmente en: Assault & Battry (1981)


A Part of You
Simon Bonney
Otra gran canción que compara el amor o las relaciones de pareja con el campo de batalla: "bajá tus armas, no vas a salir herido/a". Costello hizo un disco entero con esta temática (Armed Forces, claro). El capo de Crime & the City Solution se despacha con un disco solista que es un delicia auditiva desde cualquier ángulo que se lo escuche. Desértico, acústico, magníficamente orquestado y producido, Forever es un gran "disco perdido" esperando ser rescatado del olvido.
Aparece originalmente en: Forever (1992)


Saturation Wanderers
The Sountrack of Our Lives
Si compramos y consumimos obsesivamente todos y cada uno de los discos de los suecos es porque dos por tres se mandaban un tema como este. Es la banda que hizo los mejores temas épicos-emotivos-religiosos que sólo The Who podía hacer (cuando estaba Keith Moon, ni hablar) de la década pasada y practicamente nadie se dió cuenta, estábamos todos ocupados buscando al nuevo clon de Joy Division. Claro, les tocó nacer en una época rara, rarísima; la nuestra.
Aparece originalmente en: Communion (2009)




viernes, 3 de enero de 2014

The Gun Club - Las Vegas Story

Cuesta creer que ya hayan pasado treinta años desde la aparición de Las Vegas Story, el tercer LP de estudio de Gun Club, que es fue y será la banda del malogrado Jeffrey Lee Pierce. Suena completamente actual, rabioso, irreverente, si te dicen que salió ayer te lo creés, sin dudarlo. ¿Eso es bueno o malo? Y… mejor dejémoslo a la interpretación de cada uno.

Un disco de rock hecho y derecho que toma inspiración de fuentes “no rockeras”, como muchos de los grandes discos de rock. Fábulas góticas, blues del delta… las dos versiones que contienen no hacen más que afirmar esta teoría, un cover de Pharoah Sanders y Leon Thomas (la magnífica “The Masterplan”) y otra de la ópera moderna Porgy and Bess, de George e Ira Gershwin; “My Man’s Gone Now”, digna de esos bares al costado del camino llenos de humo y caras de pocos amigos.

La formación, eternamente cambiante, de Gun Club en este tercer opus incluye el regreso del inoxidable Kid “Congo” Powers, un héroe de la guitarra que no tiene nada que ver con los héroes de la guitarra tal y como los conocemos (de notable carrera solista también), la hiper-gótica Patricia Morrison en el bajo y Terry Graham en el asiento de la batería.
Pero, como suele suceder, lo que más importa es la música y, en ese apartado es donde Las Vegas Story realmente da en el blanco. “The Stranger In Our Town” es el primer tema enorme de Pierce, firme candidato a ser la mejor canción que escribió en su corta vida, un ataque de guitarras y la voz reventándose para alcanzar las notas en el estribillo. Para muchos Las Vegas… es el mejor disco de Gun Club y no hace falta más que una escucha (no del todo atenta) para darse cuenta porque. Es escuchar el cover de los hermanos Gershwin y la interpretación vocal -conmovedora, al borde de la histeria- de Pierce para darse cuenta de dónde vienen los White Stripes (o Jack White si se quiere) y buena parte del rock alternativo moderno. Este disco es la representación perfecta de lo que hoy se llama americana (podrían haberle puesto otro nombre ¿no?), esa música que viene de principios del siglo veinte pero que, al escucharla, podría ser de cualquier época, de cualquier desvío en el camino de las grandes autopistas.


Ninguno de los discos de Gun Club, a pesar de que hay varios que valen la pena, estuvo a millas del éxito de ventas, siempre fueron una banda de culto, muy apreciada por músicos y coleccionistas de discos frenéticamente curiosos. Recién hoy se les está dando el reconocimiento que merecen. Era hora.




Chequear también:
The Gun Club - The Fire of Love
The Gun Club - Mother Juno
Jeffrey Lee Pierce - Wildweed


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