Para describirlo se puede intentar imaginar un encuentro entre el Beefheart de la primer etapa y los Ramones, surrealismo más dadaísmo, alienación urbana, desesperanza post punk y un cantante completamente fuera de sí en David Thomas, un vocalista marciano, difícil de clasificar pero extremadamente expresivo y dueño de un estilo propio. La banda desciende de otra banda de culto de la zona de Cleveland, los Rocket from the Tombs, en una escena llena de freaks y bandas lunáticas, en donde todos conocían a Velvet Underground y cualquier bandita podía llegar a versionar una rareza como “Foggy Notion”.
Empieza con el que quizás sea el tema más pop de Pere Ubu, el fantástico “Non-Alignment Pact”, a medio camino entre el rockabilly y el post punk, increíblemente la letra, a pesar del título, responde a una canción de amor, pero está lejos de ser la típica canción de amor, por supuesto. Sigue el tema que da título y este tiene olor a declaración de principios. Lo es. La letra merece un escrutinio atento.
¿Y qué me dicen del pseudo-reggae de “Laughing”? Parte del reggae en realidad,
pero va a parar a territorios sumamente áridos, inexplorados, es una banda
corriendo las fronteras de lo conocido en forma temeraria, cayéndose de boca al
piso por momentos, pero siempre con un norte muy diáfano que no deja de
sorprender en músicos relativamente jóvenes que exhiben un control de sus
instrumentos poco habitual para el… ¿género?
El temazo indiscutido es “Street Waves”, con Thomas aullando descontrolado algo bastante parecido a un estribillo y volviendo a Velvet Underground escuchen el principio de “Chinese Radiation” otro indudable punto alto, hasta Thomas suena un poco a John Cale como vocalista. Hasta los momentos más experimentales y border funcionan en The Modern Dance, como el ultra beefheartiano “Life Stinks” o ese tema en donde, básicamente, se dedican a romper botellas (“Sentimental Journey”) con un fondo musical bien avant-garde.
En un estado de tensión casi constante, la primer formación de Pere Ubu se separó a poco de haber parido esta obra maestra, después del también fundamental Song of the Bailing Man. Todo para volver a intentarlo unos años más tarde, con diferentes niveles de acierto. Pero el viento rebelde y revolucionario de The Modern Dance ya no volvería a soplar.
El temazo indiscutido es “Street Waves”, con Thomas aullando descontrolado algo bastante parecido a un estribillo y volviendo a Velvet Underground escuchen el principio de “Chinese Radiation” otro indudable punto alto, hasta Thomas suena un poco a John Cale como vocalista. Hasta los momentos más experimentales y border funcionan en The Modern Dance, como el ultra beefheartiano “Life Stinks” o ese tema en donde, básicamente, se dedican a romper botellas (“Sentimental Journey”) con un fondo musical bien avant-garde.
En un estado de tensión casi constante, la primer formación de Pere Ubu se separó a poco de haber parido esta obra maestra, después del también fundamental Song of the Bailing Man. Todo para volver a intentarlo unos años más tarde, con diferentes niveles de acierto. Pero el viento rebelde y revolucionario de The Modern Dance ya no volvería a soplar.
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