Hay tres
tipos de grupos o solistas. En el primero están los que se abren camino, los
que tiran la mesa con todo lo que tiene arriba y son los que borran fronteras,
achican distancias y suelen quedar en la historia. Este grupo es bastante reducido.
En el segundo, quizás el de mayor densidad de población, es ese en el que
conviven los que no han hecho grandes revoluciones, pero saben mezclar bien las
influencias y además son tan buenos en lo que hacen que los queremos igual. En
el tercero están todos los que no nos mueven un pelo y que no nos interesan
para nada. En esos no vamos a perder tiempo. También se podría decir que hay un
cuarto grupo, abundante, que es el conformado por los grupos que sabemos que
son buenos, que tienen muchos adeptos pero que por alguna cosa o la otra no nos
terminan de cerrar.
Los
Tindersticks seguramente pertenecen al primer grupo. ¿Por qué? Nunca le dieron
bola a nadie, es muy difícil detectar de donde vienen y hace más de veinte años
que vienen sacando discos impecables, difíciles y totalmente personales.
Parecen orbitar en otra galaxia, jamás se les pudo encajar ninguna etiqueta y
eso parece no importarles en lo más mínimo. Claro, todos los que pertenecen al
primer grupo tienen características que hacen que, mientras que algunos los
adoren de manera incondicional, otros los detesten sin remedio o que sean
simplemente incomprendidos.
Claro,
nunca esgrimen las guitarras para suplantar los órganos sexuales que en
realidad no tienen, la cosa acá viene por otro lado. Son artistas en el buen y
en el mal sentido de la palabra. Se puede decir que cada uno de los discos de
Tindersticks puede servir como banda sonora para una película europea un poco
pretenciosa, con sus arreglos de bar de cocktails para viejos con plata, con la
voz de Staples que parece salida de una caverna y cierto letargo narcotizante
tanto en las letras como en la música.
The Something Rain es el disco del 2012, el que le sigue al tambíen excelente
Falling Down a Mountain y en donde parecen haber encontrado finalmente el nicho
en donde se van a quedar cómodos para siempre. Si, sigue una línea pero también
tiene sus hallazgos ("Frozen", "A Night So Still"), en definitiva: como todos y cada uno de los discos de
Tindersticks. Un camino en el que hubo algún que otro tropiezo menor, algo que
siempre va a suceder cuando pasan los años y se tiene siempre la cabeza alta y
los radares atentos.
Empieza con
un relato sórdido -"Chocolate"- cargado de sexo y lascivia (bien Tindersticks)
en que el protagonista relata, como un Lou Reed sin telarañas, una noche de
reviente, de desenfreno con un final sorpresivo. De ahí en más, después de ese
tema que parece hecho para calentar motores (o lo que se quiera calentar) el
disco entra en una planicie de buen gusto, arreglos sofisticados, instrumentos
de color bien usados y todo lo que hace que los que los apreciamos sigamos
teniéndolos en muy alta estima. Si esto es lo que pueden hacer, a casi veinte
años de aquel disco de la chica con el vestido rojo en la tapa, no queda más que
seguir pendientes de lo que hagan de ahora en más. Parece que vale la pena.
Chequear también:
Serge Gainsbourg - Histoire de Melody Nelson
Tindersticks - Trouble Every Day
The Black Heart Procession - The Spell
jueves, 23 de agosto de 2012
miércoles, 15 de agosto de 2012
5 Canciones 5: Hawkwind
Mirror of Illusion
Rock del espacio exterior. Más oportuno imposible. Coincidiendo con la llegada del hombre a la luna (en aquel entonces todavía no se cuestionaba este hecho) hubo varios que estaban componiendo la banda sonora del alunizaje. O del despegue. "Mirror..." era la encargada de ponerle la guinda a esa torta que es el primer disco, homónimo. Sonidos procesados, paneos estéreo y todos los trucos sonoros que hacen de Hawkwind la banda ideal para quienes gustan de los viajes interestelares sin moverse del living o habitación favorita.
Aparece originalmente en: Hawkwind (1970)
Orgone Accumulator
Se podría intentar el siguiente paralelismo: si los Redondos son los Grateful Dead argentinos, entonces... ¿Hawkwind es el equivalente inglés? No sería para nada descabellado pensarlo así. Tienen millones de discos en vivo que los fanáticos se encargan de comprar y piratear. Todo el mundo dice que verlos en vivo era "la posta". Bueno, nos vamos a tener que conformar con los discos. Space Ritual es el primero de una larguísima serie y es uno de los mejores discos en vivo que vas a encontrar. Acá todavía estaba el desquiciado Robert Calvert y a él pertenece la letra de este delirio épico de casi diez minutos de duración. Hawkwind en su momento más indulgente y genial a la vez.
Aparece originalmente en: Space Ritual (1973)
You'd Better Believe It
¡Este se editó en Argentina en su momento! Aunque los fanáticos nunca se van a poner de acuerdo (simplemente hay demasiados candidatos) Hall of the Mountain Grill es quizás uno de los mejores discos de estudio. Proto-trash con toda la carne al asador, "You'd Better Believe It" es Hawkwind clásico 100%. Se escuchan clarito los coros inconfundibles de Lemmy a quien pronto le sacarían roja por drogón (en una de las bandas más drogonas de todos los tiempos) causando una herida que recién ahora parece haber sanado. Hoy en día, Dios... -ejem-... Lemmy habla con cariño de la época de su banda pre-Motörhead.
Aparece originalmente en: Hall of the Mountain Grill (1974)
Uncle Sam's On Mars
Traten de hacer memoria y nombren bandas que venían de los sesenta que se pudieron adaptar al nuevo paradigma, al "Año Cero" planteado por el punk. No van a tener muchos ejemplos. Acá procesaron a Kraftwerk y los Psychedelic Furs pero siguieron tomando LSD freneticamente (o al menos eso parece) y el resultado es esta mezcla tan extraña como interesante. Siguen las letras cósmicas pero teñidas por la pátina de cinismo de una generación harta de los excesos, con un poco de protesta política. Un balance perfecto para mantenerse "jóvenes" cuando ya no lo eran.
Aparece originalmente en: PXR5 (1979)
Out of the Shadows
Impresionante. A más de veinte años de la supuesta "era dorada" de Hawkwind, los tipos siguen totalmente al día, a nivel sonoro y temático, sin sacrificar practicamente nada de la identidad de la banda. Ritmo machacante, repetitivo, un violín retándose a duelo con unos sintetizadores rarísimos, la voz de Brock chillando una consigna pro-ecología... en fin: ni más ni menos que el Hawkwind que tanto queremos, inaugurando una tercer década de una carrera que todavía hoy sigue dando frutos.
Aparece originalmente en: Space Bandits (1990)
jueves, 9 de agosto de 2012
Blondie - Plastic Letters
No me digan
que nunca se preguntaron que hubiera pasado si los Beatles hubieran tenido la
facha de los Canned Heat o los Pretty Things. ¿Y si Nirvana hubiera estado
compuesto por los Screaming Trees en vez de él rubiecito que todos conocemos? ¿Qué
pasaba si los Pistols hubieran sido gorditos y pelados? Ser fotogénico ayuda. Y
mucho. ¿Qué pasaba si la semi-diosa Debbie Harry hubiese sido retacona y no
hubiese sabido posar tan bien como lo hacía para las fotos de prensa? Chris
Stein (su pareja en la época de oro de Blondie) debe haber sido el tipo más
envidiado sobre la faz del planeta tierra durante por lo menos cinco años.
Bueno… nunca viene mal hacerse este tipo de preguntas sin respuesta. Sobre todo
teniendo en cuenta que los que tenemos entre veinticinco y cuarenta solo la
conocimos por fotos cuando era hermosa y vimos los estragos del paso del tiempo
en esa reunión que nunca tendría que haber sucedido. Además los discos de
Blondie son muy buenos. Sobre todos los cuatro -e indispensables- primeros LP.
Blondie, el más punkie, Plastic Letters, Parallel Lines, el disco cosagratorio
y la síntesis más acabada (ideal para explicarle a un extraterrestre qué es la
new wave) y el magnífico Eat to the Beat, el que cierra esa tetralogía de pop
pefecto, redondo.
Como para dar una idea ampliada de esto que decimos, Plastic Letters se vendió primero en Inglaterra (a Blondie le costó ser profeta en su tierra) a caballo del simple de una versión de un viejo tema doo wop de los sesenta, de “Denis” de Randy & the Rainbows, un ejemplo perfecto de cómo hacer una versión con todas las letras. Si no la conocen no tienen más que buscarla en el milagroso Youtube. Claro, si, es lo mismo que hacían los Ramones con los temas de 1910 Fruitgum Company o lo que hizo Joan Jett con esa canción de Tommy James. Desprejuicio y desparpajo. Precisamente lo que hacía falta en ese momento y una lección que nos sirvió para toda la vida; una gran canción puede estar en cualquier lado.
De alguna manera un tanto injusta, Plastic Letters quedó relegado a la hora de las encuestas comparado con el primero o con Parallel Lines pero es tan o más indispensable que cualquiera de esos dos discos y es un engranaje fundamental para entender una época, un sonido y una banda que, en su breve apogeo, era indestructible.
Y entonces…
¿Qué era la new wave? Blondie. Punto. Está bien; un poco más de datos. Ni más
ni menos que el punk, con sus mismas infuencias, amateurismo y deseos
parricidas sólo que un poco mejor vendido, “empaquetado” para ser pasado por
las radios, con una capa de maquillaje (léase teclados) extra como para
sepultar esas guitarras llenas de espinas y no espantar a los DJ’s enfermos de
viejazo. También es pop. Pop bien entendido. En una línea directa que desciende
de los Beatles, los Beach Boys, los grupos de chicas de Spector y los Bay City
Rollers. No es lo que hoy en día se conoce con esa palabra, quizás la más
maltratada y bastardeada de las etiquetas. Lo que hoy se conoce -erróneamente-
como pop es la música más aberrante que jamás existió. Y no vale la pena dar
nombres porque todos sabemos de qué estamos hablando.
Como para dar una idea ampliada de esto que decimos, Plastic Letters se vendió primero en Inglaterra (a Blondie le costó ser profeta en su tierra) a caballo del simple de una versión de un viejo tema doo wop de los sesenta, de “Denis” de Randy & the Rainbows, un ejemplo perfecto de cómo hacer una versión con todas las letras. Si no la conocen no tienen más que buscarla en el milagroso Youtube. Claro, si, es lo mismo que hacían los Ramones con los temas de 1910 Fruitgum Company o lo que hizo Joan Jett con esa canción de Tommy James. Desprejuicio y desparpajo. Precisamente lo que hacía falta en ese momento y una lección que nos sirvió para toda la vida; una gran canción puede estar en cualquier lado.
De alguna manera un tanto injusta, Plastic Letters quedó relegado a la hora de las encuestas comparado con el primero o con Parallel Lines pero es tan o más indispensable que cualquiera de esos dos discos y es un engranaje fundamental para entender una época, un sonido y una banda que, en su breve apogeo, era indestructible.
Chequear también:
The Go-Go's - Beauty and the Beat
Fastball - All the Pain Money Can Buy
The Donnas - Get Skintight
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The Donnas - Get Skintight
domingo, 5 de agosto de 2012
Fire - The Magic Shoemaker
La historia
es más o menos así: un zapatero llamado Mark, muy pobre y bonachón hace unos
zapatos que hacen que el que se los calza pueda volar. También hay un reino que
se lo disputan un rey muy bondadoso con otro malvado y cruel. Los zapatos
mágicos resuelven la historia. Sí, es una historia para niños, de hecho entre
tema y tema aparece Dave Lambert, el capo de la banda (compositor, letrista,
guitarrista y arreglador) contándole la historia a unos nenitos entre los que
se puede distinguir los berridos de un bebé que mucho no debe haber entendido.
Los que hayan devorado la Nuggets, o cualquiera de las compilaciones de
psicodelia y freakbeat, a lo mejor se acuerden de ellos por “My Father’s Name
Was Dad” el primer simple que sacaron y lo más parecido a un éxito que
tuvieron.
Como cualquier disco tiene tres o cuatro temas que se destacan de inmediato. Está “Only a Dream” un himno pacifista de esos que convencen porque está cantado con tanta garra y buen gusto que termina contagiando el espíritu de optimismo. El primer tema, “Tell You a Story”, es Bo Diddley sumergido en LSD, con arpegios de guitarra, cortes y todos los ingredientes necesarios. La coda con aires orientales es excelente. Si esta disco estaba concebido para niños “Reason for Everything” demuestra precisamente lo contrario. Son casi diez minutos con todos los efectos psicodélicos (paneos, feedback, cintas al revés) usados con criterio y oficio. Mejor no expongan a una criatura a esto. No lo intenten en casa. ¿Y qué me dicen de “Flies Like a Bird”? Este podría haber estado en cualquier disco de The Who antes de Who’s Next. La base rítmica vuela por el aire a medio camino entre la violencia hendrixiana y la delicadeza de los Zombies.
Claro, en esa época la competencia era feroz -igual que ahora en realidad- y para destacarse había que echar mano de artilugios y ardides extra-musicales. No vamos a decir que los Fire eran mejores que The Who, ni vamos a intentar una reivindicación ridícula. Pero es que si estás leyendo esto lo más probable es que no tengas ganas de volver a escuchar Sgt. Pepper por enésima vez. Para eso The Magic Shoemaker te va a venir bárbaro.
Chequear también:
The Pretty Things - S.F. Sorrow
Elmer Gantry's Velvet Opera - Ride a Hustler's Dream
The Strawbs - Grave New World
Pero esto
no tiene nada que ver. The Magic Shoemaker es otro de esos discos perdidos que
hoy en día valen mucha plata en LP y mejor ni hablar de una copia en buen
estado. Pero la reedición en CD es accesible y en el librito invierten una
buena cantidad de tinta y caracteres contándonos los avatares y desgracias de
Fire con los sellos discográficos. Que Decca esto, que Pye lo otro.
Aburridísimo. El típico texto que intenta justificar el porqué del fracaso casi
total de este disco al momento de su aparición, en 1970. Lo cierto es que The
Magic Shoemaker es un disco algo tardío, tiene que ver con Ogdens' Nuts Gone
Flake de los Small Faces (el cantante suena muy parecido a Marriott) o a esa
psicodelia medio soul de los primeros Traffic de Winwood, otra clara
referencia. Logicamente, hoy a nadie le importa que este disco haya aparecido
en el ‘68 o en el ‘72 y en una escucha en pleno siglo veintiuno suena mejor que
nunca. Las canciones son buenísimas. Y muy variadas, por cierto.
Como cualquier disco tiene tres o cuatro temas que se destacan de inmediato. Está “Only a Dream” un himno pacifista de esos que convencen porque está cantado con tanta garra y buen gusto que termina contagiando el espíritu de optimismo. El primer tema, “Tell You a Story”, es Bo Diddley sumergido en LSD, con arpegios de guitarra, cortes y todos los ingredientes necesarios. La coda con aires orientales es excelente. Si esta disco estaba concebido para niños “Reason for Everything” demuestra precisamente lo contrario. Son casi diez minutos con todos los efectos psicodélicos (paneos, feedback, cintas al revés) usados con criterio y oficio. Mejor no expongan a una criatura a esto. No lo intenten en casa. ¿Y qué me dicen de “Flies Like a Bird”? Este podría haber estado en cualquier disco de The Who antes de Who’s Next. La base rítmica vuela por el aire a medio camino entre la violencia hendrixiana y la delicadeza de los Zombies.
Claro, en esa época la competencia era feroz -igual que ahora en realidad- y para destacarse había que echar mano de artilugios y ardides extra-musicales. No vamos a decir que los Fire eran mejores que The Who, ni vamos a intentar una reivindicación ridícula. Pero es que si estás leyendo esto lo más probable es que no tengas ganas de volver a escuchar Sgt. Pepper por enésima vez. Para eso The Magic Shoemaker te va a venir bárbaro.
Chequear también:
The Pretty Things - S.F. Sorrow
Elmer Gantry's Velvet Opera - Ride a Hustler's Dream
The Strawbs - Grave New World
miércoles, 1 de agosto de 2012
Entrevista: Fernando Blanco
Fernando toca la guitarra en Valle de Muñecas, responsables de uno de los mejores discos de los últimos tiempos (La Autopista Corre del Océano Hasta el Amanecer) y una de las bandas que verdaderamente valen la pena para ver en vivo (tocan el 24 de Agosto en La Trastienda). Además es un ferviente "acumulador de discos" y habitual cliente de The Hacienda. Accedió con gusto a nuestra entrevista mensual.
¿Te acordás cual fué el primer disco que te compraste?
El primer disco que compré con mi dinero fue un compilado llamado "Dancer" que era de Interdisc. Era una mescolanza de estilos rarísima. Tenía los últimos hits de Motown como “Hello” de Lionel Richie, “I Just call to say i love you” de Stevie Wonder mezclado con lo último del hip hop/breakdance y singles de Stiff como “Embarrasment” de Madness, “Sex & Drugs & Rock 'n' Roll” de Ian Dury & the Blockheads. Todavía lo conservo
¿Cómo fue que siguió aumentando tu colección?
El otro día estaba leyendo un fragmento de la biografía de Yo La Tengo, Big Day Coming: Yo La Tengo and the Rise of Indie Rock en la cual el autor define a la banda como acumuladores de discos más que como coleccionistas, cuando leí el término automáticamente me sentí identificado. Así es que como buen acumulador mi colección no tuvo un patrón específico ni nada parecido, fue siempre algo más compulsivo mezclado con la coyuntura socioeconómica del país.
Me ahorraba la plata de los viajes a la escuela y de los almuerzos para completar la discografía de The Cure (que en ese momento, 1986, los editaban en Argentina de a uno por mes y en orden descendente, o sea que escuchabas primero Faith y al mes siguiente Seventeen Seconds) Los tres de Ramones que se conseguían, Never Mind The Bollocks de Sex Pistols, el primero de Madness, eso más o menos hasta el '88 en el cual compré mis primeros importados y ahí la compulsión se volvió más cara y para solventar el gasto en discos en plena hiperinflación vendía casettes grabados de Punk Rock, H.C. y Post Punk a disquerías.
¿Tuviste épocas de fanatismo o fijación con algún solista o banda en particular?
Primero Cure, The Smiths, luego Ramones, Dead Kennedys, The Who, The Clash, Joy Division, Bauhaus, Stooges, The Cramps, Jesus & Mary Chain, Velvet Undergound, Stone Roses, Nirvana, Sonic Youth, Teenage Fanclub, Dinosaur Jr., Pavement, Yo La Tengo, The Replacements, Neil Young & Crazy Horse, Big Star, Spiritualized, Spacemen 3, Beach Boys, Kinks, Bowie, T. Rex, Wilco, Pulp, Luna, Belle & Sebastian, Raveonettes, Black Rebel Motorcycle Club, Deerhunter… en ese orden y hasta el día de hoy y puedo volver de atrás para adelante y viceversa cualquier día de la semana. No dejémos de lado a los Beatles/Rolling Stones que estuvieron desde antes que tenga uso de razón en mi vida
¿Que discos recomendarías de compañeros de escena o gente con la que has tocado?
Me gusta mucho A de Norma, el último de Prietto Viaja al Cosmos con Mariano, Romanza de Atrás Hay Truenos, Espíritu de Clase de Crema del Cielo, el de Cosmo, Todos los Sábados del Mundo de Valentín y Los Volcanes, Mugre de Acorazado Potemkin, Peréz y muchos etc. Para refutar la idea de que acá no hay bandas buenas basta solo con escuchar estos o verlos en vivo.
¿Escuchás música nueva o actual?
Todo el tiempo, Escucho entre cinco y diez nuevos todas las semanas de los cuales dos o tres por mes quedan en el iPod por el resto del año, unos cuantos de esos pasan a la historia y otros quedan en el camino. Muchos de los que pasan a la historia son comprados. Hoy por hoy no hay sorpresas lo que compro es lo que me gustó previamente.
¿CD, vinilo o MP3?
Los tres. Primero, vinilo nunca dejé de comprar, CD casi no compro desde hace unos tres años, excepto que no se consiga en vinilo y MP3 e internet son el sueño del pibe, es como entrar a una disquería con toda la plata para comprarte lo que quieras: "-… A ver si está bueno el primero de Moby Grape… mmm Horrible…, a ver estos Relatively Clean Rivers… Increíble!" Es el paraíso del curioso. Hay chicos que no saben lo que es esperar veinte días para escuchar un disco del que solo conocés la tapa, la crítica de una revista y que no sabes ni como va a sonar. Todavia me gusta el casette también.
¿Te animás a tirarnos algunos “tesoros enterrados de tu colección?
July - July (1968), The Feelies - Only Life (1988), Opal - Happy Nightmare Baby (1987), Earth Opera - Earth Opera (1968), Junior's Eyes - Battersea Power Station (1969), Crocodiles - Sleep Forever (2010), Terry Malts - Killing Time (2012). ¡Googleenlos!
¿Sos de preocuparte por la edición?
No soy de comprarme discos por su valor de rareza, no soy una persona que le de más valor a un Sgt. Pepper primera edición que a uno reeditado por Rhino, Sundazed o Plain Records (es más, basándome en su estado prefiero siempre el nuevo) pero si llegarás a mi casa seguro te muestro mi Nuggets White label, Ready Steady Who de los Who, el primer compilado de Sub Pop, Sub Pop 100 o Only Life de los Feelies que lo consegui en edición griega.
La última, que nunca falta… Cinco discos que jamás te pueden faltar.
V.U. – Velvet Underground
Rubber Soul – The Beatles
Never Mind the Bollocks – Sex Pistols
Rocket to Russia – The Ramones
Darklands – Jesus & Mary Chain
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