domingo, 5 de agosto de 2012

Fire - The Magic Shoemaker

La historia es más o menos así: un zapatero llamado Mark, muy pobre y bonachón hace unos zapatos que hacen que el que se los calza pueda volar. También hay un reino que se lo disputan un rey muy bondadoso con otro malvado y cruel. Los zapatos mágicos resuelven la historia. Sí, es una historia para niños, de hecho entre tema y tema aparece Dave Lambert, el capo de la banda (compositor, letrista, guitarrista y arreglador) contándole la historia a unos nenitos entre los que se puede distinguir los berridos de un bebé que mucho no debe haber entendido. Los que hayan devorado la Nuggets, o cualquiera de las compilaciones de psicodelia y freakbeat, a lo mejor se acuerden de ellos por “My Father’s Name Was Dad” el primer simple que sacaron y lo más parecido a un éxito que tuvieron.

Pero esto no tiene nada que ver. The Magic Shoemaker es otro de esos discos perdidos que hoy en día valen mucha plata en LP y mejor ni hablar de una copia en buen estado. Pero la reedición en CD es accesible y en el librito invierten una buena cantidad de tinta y caracteres contándonos los avatares y desgracias de Fire con los sellos discográficos. Que Decca esto, que Pye lo otro. Aburridísimo. El típico texto que intenta justificar el porqué del fracaso casi total de este disco al momento de su aparición, en 1970. Lo cierto es que The Magic Shoemaker es un disco algo tardío, tiene que ver con Ogdens' Nuts Gone Flake de los Small Faces (el cantante suena muy parecido a Marriott) o a esa psicodelia medio soul de los primeros Traffic de Winwood, otra clara referencia. Logicamente, hoy a nadie le importa que este disco haya aparecido en el ‘68 o en el ‘72 y en una escucha en pleno siglo veintiuno suena mejor que nunca. Las canciones son buenísimas. Y muy variadas, por cierto.

Como cualquier disco tiene tres o cuatro temas que se destacan de inmediato. Está “Only a Dream” un himno pacifista de esos que convencen porque está cantado con tanta garra y buen gusto que termina contagiando el espíritu de optimismo. El primer tema, “Tell You a Story”, es Bo Diddley sumergido en LSD, con arpegios de guitarra, cortes y todos los ingredientes necesarios. La coda con aires orientales es excelente. Si esta disco estaba concebido para niños “Reason for Everything” demuestra precisamente lo contrario. Son casi diez minutos con todos los efectos psicodélicos (paneos, feedback, cintas al revés) usados con criterio y oficio. Mejor no expongan a una criatura a esto. No lo intenten en casa. ¿Y qué me dicen de “Flies Like a Bird”? Este podría haber estado en cualquier disco de The Who antes de Who’s Next. La base rítmica vuela por el aire a medio camino entre la violencia hendrixiana y la delicadeza de los Zombies.

Claro, en esa época la competencia era feroz -igual que ahora en realidad- y para destacarse había que echar mano de artilugios y ardides extra-musicales. No vamos a decir que los Fire eran mejores que The Who, ni vamos a intentar una reivindicación ridícula. Pero es que si estás leyendo esto lo más probable es que no tengas ganas de volver a escuchar Sgt. Pepper por enésima vez. Para eso The Magic Shoemaker te va a venir bárbaro.






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