Pero esto
no tiene nada que ver. The Magic Shoemaker es otro de esos discos perdidos que
hoy en día valen mucha plata en LP y mejor ni hablar de una copia en buen
estado. Pero la reedición en CD es accesible y en el librito invierten una
buena cantidad de tinta y caracteres contándonos los avatares y desgracias de
Fire con los sellos discográficos. Que Decca esto, que Pye lo otro.
Aburridísimo. El típico texto que intenta justificar el porqué del fracaso casi
total de este disco al momento de su aparición, en 1970. Lo cierto es que The
Magic Shoemaker es un disco algo tardío, tiene que ver con Ogdens' Nuts Gone
Flake de los Small Faces (el cantante suena muy parecido a Marriott) o a esa
psicodelia medio soul de los primeros Traffic de Winwood, otra clara
referencia. Logicamente, hoy a nadie le importa que este disco haya aparecido
en el ‘68 o en el ‘72 y en una escucha en pleno siglo veintiuno suena mejor que
nunca. Las canciones son buenísimas. Y muy variadas, por cierto.
Como cualquier disco tiene tres o cuatro temas que se destacan de inmediato. Está “Only a Dream” un himno pacifista de esos que convencen porque está cantado con tanta garra y buen gusto que termina contagiando el espíritu de optimismo. El primer tema, “Tell You a Story”, es Bo Diddley sumergido en LSD, con arpegios de guitarra, cortes y todos los ingredientes necesarios. La coda con aires orientales es excelente. Si esta disco estaba concebido para niños “Reason for Everything” demuestra precisamente lo contrario. Son casi diez minutos con todos los efectos psicodélicos (paneos, feedback, cintas al revés) usados con criterio y oficio. Mejor no expongan a una criatura a esto. No lo intenten en casa. ¿Y qué me dicen de “Flies Like a Bird”? Este podría haber estado en cualquier disco de The Who antes de Who’s Next. La base rítmica vuela por el aire a medio camino entre la violencia hendrixiana y la delicadeza de los Zombies.
Claro, en esa época la competencia era feroz -igual que ahora en realidad- y para destacarse había que echar mano de artilugios y ardides extra-musicales. No vamos a decir que los Fire eran mejores que The Who, ni vamos a intentar una reivindicación ridícula. Pero es que si estás leyendo esto lo más probable es que no tengas ganas de volver a escuchar Sgt. Pepper por enésima vez. Para eso The Magic Shoemaker te va a venir bárbaro.
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