sábado, 7 de julio de 2012

Entrevista: Rhys Webb de The Horrors

Con el furor de las reediciones y la masividad de internet, hoy en día, puede pasar que alguien sea totalmente fanático de The Id, Andwella's Dream o High Tide y no tener la menor idea de la existencia de Donovan, The Who Sell Out o Jefferson Airplane. No sabemos si ese es el caso de Rhys Webb, bajista de The Horrors, pero hace poco salió esta nota en una edición especial de la revista NME completamente dedicada a rescatar "discos perdidos". Varios músicos y periodistas eligieron música no del todo conocida, actual, de los ochenta, setenta, etc. Se ve que el amigo Rhys está investigando bastante, estos fueron los cinco discos que eligió y comentó:





Sam Gopal
Escalator
(1969)
Los maravillosos Sam Gopal sacaron un solo disco en el sello chico Saga en 1969. La leyenda dice que se grabó en una sola noche en una bruma de hachís y de sueños de hongos. Y la verdad es que suena como si eso fue lo que pasó. Una guitarra fuzz voladora a cargo de un Lemmy pre-Hawkwind se abre su malvado camino a través de grooves hipnóticos de tablas. El acid folk se mezcla con el rock psicodélico, es definitivamente un para “apagar tu mente, relájarte y flotar en la corriente”, como decía Lennon. La banda tocó en todos los lugares con onda del underground londinense. El disco vendió muy poco pero ahora ha sido resucitado como un clásico intachable del género.

Dark
Round the Edges
(1972)
Dark grabó el legendario LP Round the Edges en 1972. No es un disco enteramente psicodélico, pero aún así tiene muchas cosas de ácido, este monstruo es el proto-hard-rock en su mejor nivel. Por momentos progresivo, aunque no es indulgente, el disco está dominado por el fantástico trabajo de guitarras de Steve Giles y Martin Weaver. Originalmente solo se prensaron cincuenta copias a modo de regalo para las novias, familia y amigos de la banda. Ahora descubierto por pirateadores y gente que se dedica a hacer reediciones, el disco está disponible para las masas y es sin dudas uno de los mejores ejemplos del género. Los riffs parten al oyente de oreja a oreja mientras el bajo machaca y la batería redobla. Empiecen con “Zero Time” y escuchen de que va todo esto.

Group 1850
Agemo’s Trip to Mother Earth
(1968)
La respuesta holandesa a Pink Floyd, Group 1850 grabó algunos de los más fantasticamente desquiciados discos de la segunda mitad de los 60’s. Tocan un rock pesado y pasado de ácido, la banda hace uso de todos los recursos psicodélicos que existían en el estudio en la época. Con el efecto de phasing al máximo, el disco tiene todo el tufo del temido lisérgico del Doctor Hoffman. “I Put My Hand On Your Shoulder” es un viaje aparte, casi quince minutos de demencia hermosa. Mi corazón siempre va a estar con la psicodelia británica pero los holandeses son los que vienen después en mi ranking de favoritos. Hay una actitud potente y rebelde y un inmenso aire a actitud punk que caracteriza a un país que quizás tiene más acceso a drogas buenas que el resto. Agemo’s Trip to Mother Earth se las arregla para mantener al oyente pensando que tienen que disfrutar de este viaje, porque bien puede ser el último.

Lazy Smoke
Corridor of Faces
(1969)
Con un nombre fantástico (vendría a ser “fumada holgazana”) los Lazy Smoke se formaron en Massachussets en 1967. Su único LP, Corridor of Faces, editado por el sello Onyx, muestra una banda muy capaz componiendo música psicodélica pop hermosa muy influenciados por “los sonidos de pop experimental de nuestros favoritos Fab Four” (como ellos mismos declaran en la tapa). Por momentos suena como si estuviésemos escuchando un tema de Lennon que quedó afuera de Revolver, siempre con mucho buen gusto y habilidad. Melodías de ensueño que flotan sobre un buen trabajo de guitarra, un viaje cálido a los paisajes y el sonido de una generación enamorada. Calmo, eufórico y optimista, otro grupo perdido que tiene mucho para ofrecer. Disfrutenló.

Damon
Song of a Gypsy
(1969)
El larga duración debut de Damon cumple con todos los requisitos en lo que a “clásico perdido psicodélico” se refiere. Editado en un sello chico independiente y metido en una cubierta de cuero que se abría (un edición ‘gatefold’), se lo considera uno de los artefactos más buscados, con copias originales cambiando de manos a partir de los 1.000 dólares. El disco en sí es una asombrosa mezcla de zumbidos y ácido, con la voz mística de Damon fluyendo sin esfuerzo sobre grooves de percusión. También tiene buen trabajo de guitarra de Charlie Carey, que había entrado a la banda justo antes de las sesiones de grabación y fue encomendado con un simple “sentilo” y se le pidió que toque lo que quiera. El destacado “Don’t You Feel Me” es un ejemplo perfecto de esta gran banda poniendo manos a la obra.

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