The Seeds.
La sola mención de ese nombre hace que corra un escalofrío en la espalda de los
acérrimos fanáticos del garage-punk más depurado. Nombralos ante cualquier
fanático de los 13th Floor Elevators, Standells o Chocolate Watchband y vas a
tener tema de charla para un buen rato. La historia es breve pero merece un
repaso corto; se formaron en California a mediados de los sesenta, tenían un
cantante fanático de Jagger, con el suficiente carisma, tuvieron hits menores,
hicieron un puñado de LPs hoy buscadísimos y desaparecieron tan rápido como
surgieron. Después vino el doble Nuggets que armó Lenny Kaye y el resto lo
sabemos más o menos todos.
Algo que quizás no es tan vox pupuli es que el tercer álbum de la banda, The Future, aparecido en el ’67, año de oro si los hubo, es algo así como el intento por hacer un gran disco, de esos que trascendían las barreras del pop y pasaban a formar parte de la “alta cultura” o como se le quiera llamar. No lo lograron, nunca lo iban a lograr, los Seeds eran demasiado limitados para hacer un Tommy o un Pet Sounds. Ahí, precisamente, radica el encanto de The Future. En todo lo que no consigue, en lo que no logra. Lo único que tiene en común con esos discos con grandes pretensiones es un poco más de presupuesto a la hora de la grabación, una instrumentación (y arreglos) un poco más elaborados que en los discos anteriores y ahí terminan las similitudes y las esperanzas de cambiar el mundo a través de las flores de los Seeds.
En “Out of the Question” se explica todo esto perfectamente, es otra vez el ritmo, el arreglo y la actitud de “Pushin’ Too Hard” sólo que con un poco más de maquillaje. La misma voz monocromática de Sky Saxon cantando más o menos las mismas notas, eso sí, hay un arreglo de violines que queda bien, que aporta, que suma. Algo muy parecido pasa con “Flower Lady and Her Assistant”; es casi lo mismo que “Mr. Farmer” (otro de los clásicos de la primer etapa) pero un poco mejor, pierde en agresión y en punkitud pero gana en clima, te transporta inmediatamente al Haight-Ashbury, con esos arreglos medio orientales entre divertidos y siniestros. ¡Hasta hay un oboe!
Es curioso ver como una banda puede hacer tanto con una paleta de recursos tan reducida, como se sobreponen a las limitaciones técnicas con inventiva, con ganas y con onda. ¡Rock ‘n’ roll! Nada más y nada menos. También sirve como recordatorio de una época de transición para el rock, aquellos que podían ponerse “serios” y complicados pudieron seguir adelante, otros optaron por volver a las raíces, a las fuentes, con resultados dispares. En menos de un año estaban grabando un disco de blues que pasó sin pena ni gloria pero en The Future le dieron una ínfima vuelta de cuerda a su sonido y salieron mejor parados que nunca. El futuro nunca fue tan sencillo.
Algo que quizás no es tan vox pupuli es que el tercer álbum de la banda, The Future, aparecido en el ’67, año de oro si los hubo, es algo así como el intento por hacer un gran disco, de esos que trascendían las barreras del pop y pasaban a formar parte de la “alta cultura” o como se le quiera llamar. No lo lograron, nunca lo iban a lograr, los Seeds eran demasiado limitados para hacer un Tommy o un Pet Sounds. Ahí, precisamente, radica el encanto de The Future. En todo lo que no consigue, en lo que no logra. Lo único que tiene en común con esos discos con grandes pretensiones es un poco más de presupuesto a la hora de la grabación, una instrumentación (y arreglos) un poco más elaborados que en los discos anteriores y ahí terminan las similitudes y las esperanzas de cambiar el mundo a través de las flores de los Seeds.
En “Out of the Question” se explica todo esto perfectamente, es otra vez el ritmo, el arreglo y la actitud de “Pushin’ Too Hard” sólo que con un poco más de maquillaje. La misma voz monocromática de Sky Saxon cantando más o menos las mismas notas, eso sí, hay un arreglo de violines que queda bien, que aporta, que suma. Algo muy parecido pasa con “Flower Lady and Her Assistant”; es casi lo mismo que “Mr. Farmer” (otro de los clásicos de la primer etapa) pero un poco mejor, pierde en agresión y en punkitud pero gana en clima, te transporta inmediatamente al Haight-Ashbury, con esos arreglos medio orientales entre divertidos y siniestros. ¡Hasta hay un oboe!
Es curioso ver como una banda puede hacer tanto con una paleta de recursos tan reducida, como se sobreponen a las limitaciones técnicas con inventiva, con ganas y con onda. ¡Rock ‘n’ roll! Nada más y nada menos. También sirve como recordatorio de una época de transición para el rock, aquellos que podían ponerse “serios” y complicados pudieron seguir adelante, otros optaron por volver a las raíces, a las fuentes, con resultados dispares. En menos de un año estaban grabando un disco de blues que pasó sin pena ni gloria pero en The Future le dieron una ínfima vuelta de cuerda a su sonido y salieron mejor parados que nunca. El futuro nunca fue tan sencillo.
Chequear también:
The Seeds - A Web of Sound
The Chocolate Watchband - No Way Out
The Creeps - Enjoy the Creeps